No se si ya les hablé de otro de mis amigos que más admiro. Es un viejo cascarrabias. Su forma de vestir es muy peculiar. Es un iconoclasta de la moda. No le interesa impresionar a nadie con su ropa. Se pone lo que primero encuentra a mano y eso me dice mucho sobre su personalidad solitaria. No tiene amigos porque su carácter es frontal y a veces duro. Lo que me gusta de él es que es un hombre que ama a Dios y se ha entregado en cuerpo y alma a su servicio.
Hizo un acto que ha pasado a la historia como un hito que nadie ha vuelto a repetir: Hizo que bajara fuego del cielo cuando la idolatría estaba en su peor apogeo en la tierra de Israel. Su nombre es paradigma del anuncio del regreso de Cristo. Es tan admirado que aún hoy, en ciertos grupos religiosos, cuando celebran la Pascua, dejan una silla vacía en la mesa donde se espera que se siente él si es que esa noche regresara para anunciar la llegada del Mesías.
Se llama Elías. Y su nombre tiene dos significados: Precursor o Jehová es mi Dios. ¡Qué tal! En su nombre se concentran dos funciones de significado profundo. “Precursor” porque es quien anuncia la llega de alguien. Juan el Bautista fue su mejor representante. Y el otro nombre pues no digamos.
Pero no es su nombre lo que me impacta. Tampoco su valor cuando se enfrentó a los reyes Acab y Jezabel, tampoco cuando derrotó a todos los profetas falsos de aquel tiempo. No, lo que me impacta es su debilidad. Porque en las debilidades de este gran hombre me siento protegido porque si Dios tuvo la paciencia de alimentarlo en la cueva cuando ya no quería seguir su camino, cuando desmayó, cuando se cansó de luchar contra todo y contra todos, incluso cuando declaró que era mejor morir que seguir viviendo, veo cómo Dios lo escuchó y, aunque no le hizo ningún caso, lo soportó hasta el final. Elías es el ejemplo más vivo del ser humano débil, polvo, sujeto a pasiones como las mías, que en un momento está elevado ante la Presencia del Poder de Dios y al segundo siguiente se siente acobardado por las debilidades de su carne.
Puedo contar con el ejemplo de Elías que me inspira a seguir sirviendo a mi Dios a pesar de mis momentos oscuros y grises, momentos en que bajo los brazos y parece que todo se me pierde. Pero viene el recuerdo de este gran amigo que no ocultó sus debilidades para mostrarnos el eterno y constante Amor de nuestro Dios. ¡Gracias Elías, por tan grande ejemplo! Ahora entiendo más el significado de tu nombre: “Jehová es mi Dios”. El mío también.