La palabra esperanza en el Nuevo Testamento aparece 53 veces, sin embargo de estas veces ni una sola pertenece a los 4 evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan), personalmente interpreto que no es necesario que aparezca el vocablo, porque los cuatro evangelios son la expresión de Cristo mismo entre nosotros.
La mayor esperanza que puede existir por sobre el significado de la palabra es Cristo, esto es visible cuando el ciego Bartimeo dice: “Jesús hijo de David ten misericordia de mi” o la mujer adúltera marcando Jesús la distancia entre él y todos los que tenían una piedra en su mano y en ese último momento aparece la esperanza cuando dice: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” y luego el maestro con esa actitud le pregunta a la mujer donde están los que la acusan, dejando que se vaya y se retire de esa vida pecaminosa; también encontramos a la mujer del poso de Samaria quien a pesar de su vida terminó su conversación con Jesús llena de fe…(y de esperanza).
La esperanza en este tiempo puede parecer la herramienta de los débiles para quien no tiene principios de fe en su vida, la esperanza en nuestro tiempo se ocupa como aquellas frases livianas cuando decimos “Primero Dios” sin entender que Dios es el primero, sin embargo para aquellos que entendemos que las misericordias de Jehová son nuevas cada mañana la palabra esperanza recobra vida al entender que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta en nuestro día a día.
Si algo el creyente no debe perder en estos tiempos es la esperanza ¿Qué esperanza? Esperanza que se encuentre la vacuna perfecta para terminar la época de covid-19, esperanza de convertir mis necesidades materiales en abundancia financiera, esperanza de ver aquellas cosas destruidas, reconstruidas, creo que al final la palabra esperanza debe estar basada en la autoridad de Dios sobre todo aquello que tiene que ver con la vida, basados en la esperanza que Dios hará, Dios es primero y eso debe consolidar nuestra fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios, las escrituras narran en dos textos distintos pero complementarios que el justo por la fe vivirá, y el justo por su fe vivirá, tengo esperanza en mi corazón sobre los acontecimientos y esa esperanza al apuntalarla en fe me permite no solo vivir el día en victoria y es paz, sino tomar las promesas de Dios como verdad indubitable en el presente.
Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! Salmo 25:5