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sábado, abril 20, 2024

Señor perdona nuestras deudas (Parte 3)

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Mateo 6:12
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores

La semana pasada les compartí de que no debemos minimizar nuestro pecado. Es necesario clamar en oración que el Espíritu Santo nos haga una radiografía para ver como estamos por dentro. Cuan importante es escudriñar las Escrituras porque ella nos señala todo lo malo e imperfecto que somos.

Te comparto sobre una enseñanza que nuestro Sumo Sacerdote nos dejó en Mateo 18: 23-35. Un siervo le debía a su rey 10,000 talentos, pero no le podía pagar la deuda, entonces el rey ordenó que se le vendiera (como esclavo) junto con su esposa e hijos y sus demás posesiones, pero el siervo le imploraba “paciencia” para pagarle más tarde. Entonces el rey, movido por misericordia, le liberó y le perdonó la deuda. Pero ¿qué ocurrió después? Este mismo siervo, al que el rey perdono su deuda, encuentra a una persona que le debía y que de igual manera suplica su perdón, pero contrariamente rehúsa a hacerlo y lo echó a la cárcel. Los que estaban viendo, quedaron tristes por esta actitud y le fueron a contar al rey lo sucedido, quien lo mandó a llamar y le dijo que, a causa de no haber tenido misericordia por su compañero, tendría que pagar todo lo que le debía. Jesús finalizó el relato señalando que Nuestro Padre hará también así, si no perdonamos de todo corazón a aquellos que nos han ofendido.

Y cuando escuchamos sobre este mandato del Señor y nuestro corazón está en ese caos, debemos de implorar continuamente que nos ayude a perdonar, diciendo que sin Él no podemos hacerlo, que suavice nuestro corazón. Debemos recordar la misericordia con la que Él nos ha tratado primero, ya que aún sin merecerlo, Dios nos ha provisto su favor, su gracia, su misericordia. Debemos rogar que quite de nuestras vidas esta esclavitud de falta de perdón, pues cuando nosotros vivimos en esta situación ¡no somos felices!

Salmo32: 1-3
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.”

Te sugiero confesarle al Señor todas las maneras en que te has vengado en contra de tus ofensores, todo lo que has dicho imprudentemente, todas las formas en que has actuado contra tu ofensor. Dios es misericordioso para ayudarnos, cuando confesamos nuestras deudas, Él es fiel para perdonarnos, limpiarnos de toda maldad y hacer esta hermosa obra redentora en nuestra vida. Por esto te insisto, ruega, llora, implora que tu corazón sea sanado, que tú extiendas tu misericordia al que te ha dañado para que así tú goces del perdón de tus deudas ante Nuestro Padre.

Todos estamos propensos a caer en pecado. Te comparto algunos e los pecados de la boca, pues de la abundancia del corazón habla la boca:

Boca mentirosa
Boca difusora de la vida de otros
Boca calumniadora
Boca condenadora
Boca heridora y quebrantadora
Boca blasfema, etc.

Todos son pecados con los que debes de tener cuidado. Si los dejas crecer, no los confiesas y ni oras por ellos, pueden llegar a ser grandes vertientes para alejarte del Señor, para dañar a otros, para esclavizarte a ti mismo y sobre todo porque tus oraciones podrían ser no contestadas por El Señor. ¡Clama ya!

Con el amor de Cristo,

Helen de Lopez

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