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martes, noviembre 26, 2024

Lo que siembre, eso segará

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Génesis 37:32 “…y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no”

A ver si con esto aprendemos la lección:

Todo lo que sembramos cosechamos. La ecuación es simple. La historia de Judá es interesante con respecto a su vida familiar. Uno de los hijos de Jacob, cuyo nombre significa “el que confiesa” o “el que alaba”. Esa mezcla de significados tiene mucho que ver con su vida. Les contaré su experiencia, a ver si encontramos alguna similitud con la nuestra:

Cuando están en el momento de hacerle daño a su hermano pequeño José, allá en la cisterna, a Judá se le ocurre la brillante idea de matar un cordero, manchar con su sangre las ropas de José y llevarlas a Jacob para hacerle creer que una fiera lo había matado. Usted conoce la historia. Mintió descaradamente. Hizo sufrir a su padre haciéndole creer que su hijo había muerto. No le importó la angustia ni el luto del anciano. Sus palabras fueron cínicas desde todo punto de vista: “…reconoce…”

Años después, ya adulto, Judá tiene una aventura de esas que parecen pasajeras con una dama vestida de ramera. Le pide sus servicios pero en ese momento la chequera la había dejado en su casa. Así que la susodicha le pide algo que demuestre que le debe dinero. Le da su bordón, su anillo y su sello. Poco tiempo después sucede lo normal: la mujer queda embarazada. Y Judá, como “buen” juez en ese momento, dicta sentencia: tiene que morir apedreada. Eso dice la Ley de Dios y hay que cumplirla. Pero resulta que aquella señora no era otra sino su propia nuera que había sido engañada por Judá. Y entonces, el momento cumbre de la historia llega a su clímax: ella le presenta sus “cositas” a Judá y le dice las mismas palabras que él le había dicho a su anciano padre años antes: “También dijo: Mira ahora y reconoce de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo” (Gén. 38:25).
“…reconoce…”

En ese momento Judá se da cuenta de su mala acción y por supuesto, todo tiene una reacción. Vergüenza y humillación. Todo porque su boca sembró esa semilla. Y, según recuerdo, Jesus dijo que toda semilla da fruto…

A ver si lo digerimos.

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