Génesis 34:1-2 “Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró”
Aquí hay mucha tela que cortar. A veces le echamos la culpa al Señor de lo que nos sucede, pero no nos damos cuenta que somos nosotros mismos quienes nos ponemos en situaciones de peligro. Como humanos pecadores, nos gusta a veces andar en el filo de la navaja. Nuestros deseos carnales nos dominan y nos hacen comete hechos que nos dañan, nos duelen y provocamos dolor en las personas que decimos amar.
Dos preguntas surgen de este pasaje y de la tragedia que le sucedió a esta muchacha, hija del patriarca Jacob:
Primera: ¿Como es que el padre Jacob no controló la conducta de su hija? ¿Por qué no le enseñó el peligro que entrañaba salir de su entorno cultural, social y familiar? ¿Por qué no le enseñó el temor al Dios que adoraba? Y, si lo hizo, ¿Por qué no vigiló más de cerca a esta hija? Cualquier padre o madre sabe de qué pie cojean los hijos.
Segunda: ¿Qué andaba haciendo esta muchacha viendo las costumbres, los vicios y la cultura de una sociedad que era marcadamente perversa? ¿Por qué se puso en peligro yendo a ver como eran las muchachas del “otro” lado? Indudablemente, para que el hijo de Hamor le hablara, se enamorara y luego la violara, nos da un buen indicio que no fue solo una vez que ella se fue a dar una vueltecita “al mundo”. También podemos ver que esta chica curiosa tuvo que entablar amistad con las muchachas de esa sociedad. Podemos deducir muchas cosas como por ejemplo: era la única hija de Jacob. Todos los demás eran varones. Eso nos dice que ella buscaba amistades femeninas, alguien con quien compartir sus cosas de mujeres. Pero, ¿acaso no estaba su mamá con ella? ¿Qué mejor amiga que una madre? Bueno, eso creo que es lo que se espera de una madre, ¿o no?
La historia toma un vuelco de violencia, venganza y mortandad de parte de los hermanos de Dina, pero nadie se percató que el príncipe que la violó no tuvo toda la culpa. Ella se puso al alcance de sus deseos insanos al ir y querer tener amistad con gentes que no honraban al Dios de sus padres. No autorizo la violencia sexual. No justifico el hecho. Solo menciono los motivos que hicieron que estos jóvenes actuaran deshonestamente. Y para que los padres de hoy pongan sus barbas en remojo.