Conozco muy bien la sensación de «hundimiento» la impotencia de estar en medio de un entorno incontrolable, corrientes fuertes, piernas entumecidas, brazos cansados, el corazón late fuertemente y lo peor es el desaliento, cuando no tienes nada literalmente a que aferrarte, y suena en tu mente una sola frase : ¿que hago?
Es impresionante la revelación que uno puede obtener de Dios en los «hundimientos» la vida mis amigos es la superficie más cambiante que puede haber , variables como nada son nuestros días , la velocidad en la que puedes pasar de un momento bueno a la peor tormenta de tu vida es asombrosa.
Sin embargo es ahí en medio de los hundimientos y el caos donde debemos entender que Dios es invariable su carácter y promesas son inconmovibles. De ahí la gran importancia de anclar nuestra fe a un ser absolutamente invariable.
El Señor no me amó mas por que algo me salió bien o me amó menos por que algo me salió mal. Nuestras circunstancias van variar el amor de Dios permanece, el no es cambiante no se deprime, es autosuficiente, omnipotente y nos ama por que murió en la cruz para darnos vida eterna.
Ya no intentes salir del «hundimiento» en tus fuerzas no apartes tu vista de Jesús solo podrás resurgir mediante el poder y la gracia de Dios.
Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!». Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!
Mateo 14:26-27
