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jueves, abril 25, 2024

Pidiendo protección: parte 1

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“Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal Mateo 6:13

Mis hermanos en este caminar de la oración modelo de Jesús, quiero expresarles que “El Padre Nuestro” no es una oración para hacerla repetitivamente sino para que cada una de las partes contenidas en ella, nosotros las entendamos y que cuando estemos en esa cita con El Dios Viviente podamos hablar con el Señor de todas esas cosas porque Jesús dijo: “Vosotros pues oraréis así…”

Hoy les compartiré sobre la petición “No nos dejes caer en tentación”…

Cada uno de nosotros tenemos diferentes tentaciones: calumniadores, coléricos, resentidos, compradores compulsivos, lujuriosos, codiciosos, incrédulos, dependientes al alcohol, las drogas, los juegos de azar, irresponsables en el manejo de las finanzas etc.

Es por ello por lo que, constantemente, debemos estar suplicando al Señor para que nos guarde de las tentaciones que el enemigo nos pone, de manera que cuando éstas llegan podamos en Dios huir de tal situación, evitando así que la Palabra del Señor sea blasfemada.

Esto es lo que realmente quiere el enemigo: que nosotros, como hijos del Señor, mostremos a los que nos rodean que NO tenemos control sobre nuestras vidas, que somos falsos y débiles.

Quiero contarte del caso de una mujer creyente, quien vivía situaciones muy difíciles en su trabajo, debido a que, en ese lugar, lo más común era vivir hablando mal de los demás y de esta forma ganar méritos con la lengua. Ella había desarrollado la tendencia al chisme, a expresarse negativamente de otros, por lo que, frecuentemente, vivía suplicando al Señor que la sacara de tal estilo de vida. Ella estaba consciente de que lo que le pasaba era su responsabilidad. Sabía que no glorificaba ni le daba honra al Señor al ser pronta para hablar. Luchaba diariamente por no caer, por no pecar con su lengua, por no hablar mal de otros. Ella leía y releía versículos relacionados con la lengua. En ocasiones lograba dominar su lengua y sus impulsos, pero en otras, lamentablemente la mayoría, todo era un desastre. Y luego quedaba con sentimientos de culpa al darse cuenta de que le había fallado nuevamente a Dios, por lo que llegaba ante Su presencia muy acongojada.

Esta mujer compartió que Dios le extendió Su gracia y misericordia al sacarla de esta situación, proporcionándole el valor y coraje suficiente para renunciar a ese lugar de trabajo. Esto no lo hizo de un día para otro, sino que estuvo en un constante clamor para que Dios le mostrara Su perfecta voluntad y pudiera tomar la decisión con gozo y paz en su corazón. Lo que más le importaba a esta mujer era no pecar contra El Dios Viviente.

En todos los lugares de trabajo habrá contiendas, chismes, enojos y muchas otras cosas desagradables, por lo que no estoy sugiriendo que al primer obstáculo dejemos el trabajo. Esta mujer lo hizo porque el Señor le reveló que sus debilidades derivadas de su ambiente de trabajo se habían acrecentado demasiado, hasta el punto de esclavizarla y alejarla peligrosamente de Sus caminos.

Tú y yo debemos tener esta valiente actitud también. Debemos de alejarnos cuanto antes del pecado. No debemos dar rienda suelta a todo lo que nos debilita espiritualmente y para esto la oración como un estilo de vida será nuestra perfecta ayuda. ¡He aquí l valiosa oración!

La próxima semana seguiremos con la segunda parte

¡Dios les bendiga grandemente!

Helen de López

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