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sábado, diciembre 28, 2024

Pidiendo protección (Parte 2)

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Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal. Mateo 6:13

La semana pasada les compartí de no deber dar rienda suelta a todo lo que nos debilita espiritualmente y para esto la oración como un estilo de vida será nuestra perfecta ayuda. ¡He aquí la valiosa oración!

Aprendamos del ejemplo de José en Génesis 39: 1-12, quién había sido vendido por sus hermanos y así llegó a servir a Potifar, el Capitán de la Guardia del Faraón de Egipto. José era de hermoso semblante y bella presencia. Me imagino un hombre muy guapo y atractivo, pero, sobre todo, un hombre que tenía temor al Señor. Su jefe había observado en él, buen testimonio, miraba como Dios estaba con él y hacía prosperar todo lo que le encomendaba. José había llegado a ser el administrador y la mano derecha en la casa de este hombre. Lastimosamente la esposa de Potifar puso los ojos en José y le dijo: “duerme conmigo”, pero José se negó diciéndole con gran entereza “¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? “Y esta mujer constantemente, día a día, acechaba a José para que se acostara con ella. Un día que nadie estaba en la casa, esta mujer aprovechó para tomar de las ropas a José. Pero ¿qué hizo José?: dejó sus ropas en manos de ella y HUYÓ. Observa, ¡huyó de esta situación!

Por eso, lo primero que nos recomienda Jesús es que tenemos que orar al Padre: “no me dejes caer en tentación”. Recordemos que Él fue tentado por el enemigo cuando estuvo con los cuarenta días del ayuno, pero Él en todo momento le respondía citando las Escrituras. Observa, nuestras dos grandes armas: “La Palabra y la Oración”.

Cada uno de nosotros conocemos perfectamente en que área tendemos a ser más débiles, ¡suplica e implora la ayuda del Señor, de manera que cuando te venga la tentación o incluso cuando hayas caído en ella, pidas de su gracia!

Si reconoces un punto en el que tú seas extremadamente débil, por favor no te acerques a esa situación ¡huye! Lo importante es que no pequemos contra el Señor, porque después de haber pecado, las consecuencias quedan y la vergüenza ante El Señor, al saber que con esos hechos hemos deshonrado el nombre de Jesús. Viene el enfriamiento y a veces hasta el distanciamiento.

Cuando pecamos rompemos nuestra relación con el Señor y – más aún – si callamos esos pecados, ya que ello impedirá el flujo natural de contestaciones a nuestras oraciones.

Por otra parte, las personas que nos observan, las que están cercanas a nosotros podrían decir: “para ser como ese cristiano, mejor ni me acerco ni a él, ni a su fe, ni a su iglesia”, por nuestro mal testimonio frenamos la vida espiritual de otros. ¿Cómo podremos, entonces, hablarles del Señor? Recuerda, que nuestro Padre no nos dejará ser tentados más allá de lo que podamos resistir.

Lee minuciosamente:

1 Corintios 10:13
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”

La próxima semana se publicará la parte final de esta sección.

Con el amor de Cristo,

Helen de López

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