“…ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas” Lc. 22.53 NVI.
Ha pasado un poco más de 3 años y llegó la semana final. Jesús está orando en Getsemaní, es casi la media noche, viene de una última comida con sus discípulos, mucha enseñanza alrededor de aquella reunión. De pronto, una turba se acerca… bullicio, antorchas, palos, espadas, hay furia y odio en la atmósfera, algo muy malo está a punto de pasar. Los discípulos despiertan aterrados, en 3 años han vivido experiencias peligrosas y ciertos acosos pero nunca como esto. Los rodearon, el mal entró al huerto de Getsemaní y Jesús habló:
“Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no se atrevieron a ponerme las manos encima. Pero ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas”. Lc. 22.53 NVI
El Maestro definió el status: era la hora en que reinaban las tinieblas. A partir de ese momento hubo traición, dolor, muerte, religiosidad ahogando hasta asesinar la presencia de Dios, mentiras, miedo y más. Aunque todo era parte del plan mayor de la Redención, lo cierto es que cuando reinan las tinieblas el caos será inevitable.
Que no reinen las tinieblas en tu vida, en tu casa, en tu matrimonio, en tus hijos, en tus finanzas, en tus pensamientos y sentimientos, que no reinen las tinieblas. Cuando vislumbres esas zonas de oscuridad es el tiempo de la batalla, es el momento de la luz. Corre a la oración, haz ayuno, adora, establece el Reino de los Cielos a través de las promesas imperecederas de la Palabra de Dios y vence con el bien el mal. Hay esperanza, hay poder, hay salida, no dejes que reinen las tinieblas, deja que el Espíritu Santo se manifieste rompiendo la perversa obra de las tinieblas y trayendo la justicia, gozo y paz del Reino de los Cielos:
“Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios”. Mateo 12.28.