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jueves, abril 25, 2024

¿El hábito de congregarse?

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En las iglesias muchos son servidores pero muy pocos se congregan, existen son excelentes en su servicio pero a la hora de establecer responsabilidades de congregarse, adorar, escuchar el mensaje, no se tiene el hábito. Esto escala a todos los niveles de servicio, desde los músicos a quienes icónicamente se les ha etiquetado como desinteresados en sentarse y llenar sus vidas de dadivas espirituales, aunque tienen un alto nivel de compromiso para el servicio, hasta áreas como acomodación o enseñanza a niños.
Se nos ha enseñado que el servicio es la más grande cualidad del creyente activo, cada iglesia tiene sus estrategias y parámetros de medición en cuanto a las personas que involucra en sus distintos proyectos y ministerios, tiempo de congregarse, responsabilidad, entre otros elementos, sin embargo la dinámica siempre fue invitar al que se congrega a servir en su congregación, dedicando parte de su tiempo de iglesia al servicio a otros, como maestros de escuela dominical, músicos, cantantes, ujieres, personas en parqueo, áreas técnicas, etc. En los últimos años hemos encontrado fenómenos al revés, no de personas que se congregan y no sirven, sino de personas que sirven y no se congregan, y esto le da un giro de ciento ochenta grados al cristianismo, las razones pueden ser variables entre ellas: 1. Acostumbrarse a la acción de sentirse útil haciendo algo por otros pero no dedicándole el tiempo al crecimiento espiritual personal, 2. Al estar dentro de cualquier organización siempre hay un nivel de desgaste por cuestiones de carácter, personalidad, haciendo que la persona deje de creer al darse cuenta de los “pies de barro” de un guía, problemas de ego, entre otros, perdiéndose la credibilidad del liderazgo o de las autoridades pastorales, pero están tan acostumbrados a servir que a pesar de estas circunstancias no desisten de servir pero si de congregarse, haciendo de esto un nuevo estilo de vida.
Es importante participar no solo del servicio, sino también recibir la palabra que desde el pulpito es expresada con unción y alegría, edificarnos unos a otros, adorar a Dios y exaltarlo a través de las alabanzas, procurar la integralidad del cristianismo, y no solo tener un brazo derecho extremadamente robusto y un brazo izquierdo raquítico, es importante vida cristiana practicante y no solo profesante.
La mies es mucha y los obreros son pocos, esa es una declaración que siempre serán necesarios personas que amen la obra, debemos tener cuidado de no adorar el servicio, cuidado de no adorar el edificio donde se desarrollan los cultos, sino que debemos adorar plenamente a Dios, estableciéndolo como nuestra razón de asistir a la iglesia, para que nuestro servicio sea recibido con alegría y con acción de gracias y que se lleve fruto a otros, esa es la enseñanza que para mí Jesús retrató en su momento al expresar: “Has escogido la mejor parte” a María, por supuesto que las responsabilidades de Marta eran importantes, pero era también imperioso establecer que a través del afán no se podía obtener la mejor parte.
“Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. Lucas 10: 41-42.

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