Una de las cosas que nos anima la Escritura es a no responder al necio de la misma
manera que el sostiene sus argumentos, pero en esta ocasión somos llamados a
darle una respuesta a sus planteamientos. Esto significa que debemos pensar
detenidamente lo que el necio está diciendo y cuáles son sus argumentos, no
estamos hablando de una respuesta impulsiva o que agreda. Estamos hablando de una respuesta meditada y acertada. Al no tomarnos el tiempo para responder
adecuadamente al necio sus argumentos absurdos, él puede llegar a creerse sabio
en Su propia opinión. Responde con Sabiduría en Acción.