Por: Carlos Navas
¿QUÉ SUCEDIÓ?
Citas claves: Mt. 26:6-16; Mc. 14:3-11; Lc. 22:3-6.
Si aceptamos domingo como el día de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, el miércoles es esencialmente un día “silencioso” en términos de las actividades de Cristo. Aún cuando colocaremos dos acontecimientos el miércoles, ellos pudieron haber ocurrido en la tarde del martes. Veamos estos acontecimientos a la luz de las Escrituras.
Mt. 26:6-13 y Mc. 14:3-9 revelan que Cristo comió en casa de Simón el leproso. Nada más hemos oído de este Simón, es muy probable que haya sido uno de los leprosos a los cuales sanó Jesús. Aquí una mujer (cuyo nombre no dan los escritores sinópticos, pero que es identificada como María en Juan 12:3-8) unge a Cristo con un perfume de muy alto costo. Desafortunadamente, algunos de los presentes no comprendieron el significado de esta acción, ni la devoción que la motivó, por tanto Cristo reprende la pequeñez de espíritu de ellos y elogia la acción.
Judas Iscariote quien finalmente traiciona a Cristo, hace su primer contacto con los principales sacerdotes durante este tiempo. Su propósito es hallar un momento conveniente para entregar a Cristo en manos de ellos. La conspiración en contra de Cristo se mueve ahora con rapidez en circunstancias que el traidor espera un momento en el cual pueda entregarlo en ausencia de las multitudes (Mt. 26:14-16; Mc. 14:10-11; Lc. 22:3-6).
Si estos acontecimientos ocurrieron el miércoles, entonces son los únicos que se registran en este día. Sin embargo, si ocurrieron la tarde del martes después del largo día de enseñanza de Cristo, entonces el miércoles es un día “silencioso”. Tal vez Cristo usó este día para descansar y estar con sus discípulos y enseñarles privadamente.
PARA NOSOTROS HOY.
Consideremos dos cosas:
1. La adoración de alto precio de María. Aunque para algunos fue un desperdicio, para Jesús fue adoración de alto precio que él aceptó, agradeció y defendió. Nuestros esfuerzos por Dios puede que no tengan valor para familiares, amigos, novio, esposa, etc. Ir a la Iglesia, apartar tu diezmo, dar tus ofrendas, tu generosidad, tu buen testimonio, no te detengas, simplemente hazlo, siempre habrá un Judas esperando hacer su comentario irónico, despectivo y sofocante; pero Jesús estará listo para defenderte y aprobar tu adoración, te aseguro que habrá un galardón.
2. Pobre Judas. Qué triste!!!! haber escuchado los mejores sermones que se han predicado sobre esta tierra, ver milagros espectaculares, compartir con el Hijo de Dios, comer en la misma mesa con Él. El texto dice que Judas era uno de los 12, y terminó traicionando al Maestro. Amigo, que no se diga de nosotros: “Acaso no era él uno de los líderes”, “No era ella una de las que cantaba en el coro”, “No eran ellos parte de los jóvenes de la Iglesia” , mientras se asombran de la traición a tu fe y convicciones. Piénsalo, no basta estar con Él, es necesario vivir con Él en serio.