Por: Carlos Navas
Citas: Mt. 27:32-56; Mc. 15:21-41; Lc. 23:26-49.
Cuando revisamos el proceso del arresto, juicio y crucifixión de Jesús, vemos que todo se cumplió en un tiempo relativamente corto. Fue apresado alrededor de la medianoche del jueves, y a la 9 de la mañana del viernes fue crucificado.
Se estima que el camino hacia el Gólgota, el Lugar de la Calavera, era de alrededor de un kilómetro desde el pretorio. Por razones no establecidas en los Evangelios, un cierto hombre llamado Simón de Cirene fue obligado a llevar la cruz sobre la cual Cristo fue crucificado. Mucha gente cree que Cristo estaba demasiado débil después de haber sido azotado como para llevar su cruz por toda esa distancia. Otros dos hombres caminaban para ser crucificados con él. Aun cuando se les acusaba de “ladrones”, la palabra de la cual se traduce este término se refería también a rebeldes políticos. Según la costumbre, alguien portaba una acusación escrita delante de cada criminal que iba en camino a ser ejecutado, ella establecía la ofensa por la cual estaba condenado. De este modo, los dos eran “acusados” de ladrones o “revolucionarios políticos”, y Jesús aparecía acusado de “Rey de los judíos”.
Pasaron alrededor de 6 horas entre la crucifixión y la muerte de Jesús. Los escritores Bíblicos han dividido este segmento de tiempo en dos períodos. El primer período se extendía desde la hora tercera hasta la hora sexta (9 am a 12 del mediodía), durante la cual los soldados echaron suertes por la vestimenta de Cristo. Luego, el segundo periodo, vinieron tinieblas sobre toda la tierra desde la hora sexta hasta la hora novena (12 md – 3 pm), al fin del cual Cristo murió.
Durante esas seis horas aproximadas Cristo estuvo colgado de la cruz, Él expresó “siete dichos” que han llegado a ser bien conocidos de los cristianos a través de los años. Los presento con sus escrituras según la Nueva Versión Internacional (NVI):
- “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc.23:34).
- “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43).
- “Mujer, ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre” (Jn. 19:25-27).
- “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46; Mc. 15:34).
- “Tengo sed” (Jn. 19:28).
- “Todo está consumado” (Jn. 19:30).
- “Padre, en tus manos entrego mi espíritu” (Lc.23:46).
Cuando hubo dicho estas últimas palabras, Cristo murió, junto a su muerte ocurrieron al menos tres fenómenos:
Primero, el velo del templo se rasgó en dos de arriba hacia abajo. (Mt. 27:51).
Segundo, Mateo dice que “la tierra tembló y las rocas se partieron” (Mt. 27:51).
Tercero, conectado con Mateo en el evento anterior, las tumbas de algunos que creyeron en Cristo pero que habían muerto antes que él se abrieron y los cuerpos de ellos fueron resucitados. Además, Mateo dice también que después de la resurrección de Cristo estos creyentes resucitados aparecieron a muchos en Jerusalén.(Mt. 27:52-53).
Para nosotros hoy
Qué decir de la cruz, la cruel cruz que Jesús enfrentó por nosotros. Para nosotros hoy representa redención y vida eterna, el pagó por nuestras faltas, cargó nuestras enfermedades, nos libró de la perdición eterna. Que esto nos anime a dar lo mejor de nosotros, que el sacrificio valga la pena. En agradecimiento, nos esforzamos en ser mejores personas con aquel que nos ayudó en un momento de apremio, un amigo o pariente terrenal, cuánto más deberíamos hacerlo por el Maestro que hizo todo por nosotros. Que nunca una mala apreciación de la gracia nos confunda y nos meta en la dimensión de un cristianismo barato y sin compromiso. Esforcémonos cada día por ser mejores personas, padres, hijos(as), profesionales, que muestren el carácter de aquel que nos libró, eso será la muestra del más profundo agradecimiento y valor que le damos a cada segundo de aquellas 6 horas en las que Jesús estuvo colgado un viernes como hoy.
Ahora me atrevo a dar paso a la escena de la siguiente manera…
“… el infierno ardía, nubes enteras de demonios se movían por todo Jerusalén, casi los puedo oír gritar, chillar, jadear de odio, satisfacción, enardeciendo al mismo sumo sacerdote, a Pilatos, a la cruel turba que siempre recibió de Jesús lo mejor. Satanás, se acercó a la cruz, su aliento repugnante se mezclaba con el hedor de la maldad del lugar…. Los soldados rifaban sus ropas, unas mujeres lloraban, sus amigos escondidos en algún lugar de Jerusalén desesperados perdían el propósito de 3 años y un poco más, peor aún, preguntaban qué sería de ellos ahora, Pedro lloraba amargamente… La mujer de Pilatos confundida caminaba en lo pasillos del palacio preguntándose acerca de ese extraño sueño… la escena era terrible, catastrófica, pérdida total… su cuerpo sangraba, su voz apagada, la respiración agónica, es evidente que el final está cerca. Satanás se acercó a un centímetro, tal vez un poco más cerca, escupió su rostro, le maldijo… y dijo: ‘estás terminado’…algo mas sollozó a su oído…. Y Jesús habló: ‘Padre, en tus manos entrego mi espíritu’… y expiró…. Los demonios soltaron carcajadas… Nubes de demonios volaron en un segundo hasta la cumbre del Gólgota… increíble, era la escena de sus vidas, después de todo se pudo vencer al Hijo de Dios… uno de ellos regresaba de una misión especial, se presentó ante su amo (Satanás), y le dijo: – ‘está hecho, el traidor cuelga de un árbol’… enloquecidos una jauría de demonios rodeó la cruz de Jesús gritando, maldiciendo, humillando… Jesús expiró… De pronto, a penas unos segundos habían pasado…. Y todo quedó en silencio, la algarabía, los gritos, la degeneración, todo se paralizó con un solo chasquido de los dedos de Satanás… silencio, en un abrir y cerrar de ojos todo se detuvo , un de repente… la piel se puso de gallina en los brazos de los demonios, Satanás comenzó a temblar, conocía esa fuerza, esa furia, conocía ese poder… algo no estaba saliendo bien, algo se salía de control, algo no estaba en el guión… Satanás comenzó a lucir perplejo y confundido, ‘¿qué es eso… lo escuchan… qué es eso?’… de lo profundo de la tierra un rugir se comenzó a escuchar, ahora Pilatos lo siente también, su esposa está aferrada a una columna del palacio, algo está pasando…. La tierra comienza a estremecerse, la tierra gime y gime…. Un terremoto sacudió a Jerusalén, las tinieblas nunca habían sido tan densas en realidad, la tierra ahora se mueve con toda su furia, los demonios salen despavoridos como moscas…. La tierra tiembla, los sepulcros se abren… Satanás vuelva y vuela, en menos de un segundo llega hasta el rostro de Jesús, quiere verificar: ‘Estás muerto… muerto … no respiras… qué haces’ – le grita- … ‘estás muerto…’ finalmente confundido grita de odio… hay frustración en su rostro y en su voz, peor aún, algo está pasando en el cuartel general del infierno, lo están bombardeando, él lo sabe… algo no está caminando en el plan…. Su mente voló hasta la escena en el Edén y las palabras resonaron, la derrota se vislumbra… algo está saliendo mal… finalmente vuela y vuela y vuela a velocidades inimaginables, a su paso destruye y se pierde en el horizonte…. El terremoto pasa, unos lloran, otros tiemblan, algunos gimen, los discípulos no entienden… María llora… un soldado entiende: “en verdad este es el Hijo De Dios”. Un sacerdote tiembla postrado frente al Lugar Santísimo, su rostro está en tierra, apenas puede sostener sus manos temblorosas, llora… algo profundo cruzó su corazón… algo diferente, quebrantador y liberador a la vez, arrepentimiento, por primera vez arrepentimiento, por primera vez amor, por primera vez perdón, está en el suelo justo frente al velo… se rasgó… y la gracia lo alcanzó… 6 horas de un viernes, el infierno celebraba el final, pero apenas todo estaba comenzando”