TE CUENTO UNA HISTORIA. – La voz temblorosa de aquella mujer apenas la podía escuchar, sus ojos se llenaron de lágrimas, sus labios tiritaban, su mirada destilaba cansancio y frustración, con voz tenue me dijo: “Le he pedido perdón a Dios… le confesé que mi fe ha recaído y que he pensado no seguir mas… le he rogado tanto pero parece que no escucha, he esperado pero no me responde”. Finalmente aquella mujer lloró y no habló más, rasgo típico de los agotados, de los que esperan respuestas y pareciera que Dios duerme.
Tal vez tú tengas la idea que yo tenía acerca del “silencio de Dios”. Ahhh, esa idea de un silencio que evidencia pasividad: sufres, oras, silencio, sufres, lloras, silencio, sufres, lees tu biblia, silencio, sufres, todo se complica, silencio…. al final te cansas y sacaste una grosería para Dios, o un simple: “¿hasta cuándo? ¿No vas a hacer algo? ¿Te olvidaste? ¿no te importa?, estoy harto, estoy cansado, no me decís nada”…y bueno tu sabes acerca de esas frases.
Olvídate de ese “silencio pasivo”. La lucha tiene un propósito y se enmarca en una razón, mientras caminas algo estará pasando, pero Dios no se ha olvidado, ni está sentado en su trono bebiendo su copa de oro llena de refresco y algo de papas fritas mientras tu lloras. Su silencio acumula ímpetu y fuerza, su silencio es intensidad de respuesta que se descarga sobre tus adversarios, su silencio es recarga de poder que se acumula hasta que llega la hora. Como la mujer de parto espera y soporta hasta que explota, así Dios retiene y soporta hasta que llega el momento oportuno, hasta que se cumple el motivo, hasta que se alcanza la línea y se lanza a la batalla. Su silencio es un respirar fuerte y jadeante a la vez, un resollar que acumula y acumula, se intensifica, crece, se acelera, llega al “máximo nivel”, y se suelta. Su silencio es como el que reprime su indignación hasta que llega el momento de actuar con firmeza y determinación, imponente y sin tregua hasta vencer. Su silencio prepara tu victoria.
Considera estos 3 puntos.
- Dios te librará. Él Tiene toda la fuerza y habilidad para hacerlo.
- Dios actuará. Su silencio tiene un punto final.
- Ten paciencia. Su furia se acumula contra tus adversarios.
Isaías 42.14 dice: “Por mucho tiempo he guardado silencio, he estado callado y me he contenido. Pero ahora voy a gritar como parturienta, voy a resollar y jadear al mismo tiempo.”
Recuerda este PRINCIPIO. “Cuando Dios calla, es porque se prepara para defenderte”