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miércoles, abril 24, 2024

Las iglesias y la prevención de violencia

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Por: Mario Vega / Pastor General de Misión Cristiana Elim

Gracias a su ubicuidad en las comunidades marginales, las iglesias juegan un papel importante en el tema de la prevención de la violencia al ejercer una influencia positiva desde adentro. Muchas veces su trabajo de prevención lo realizan sin darse cuenta de que se trata de eso. Lo hacen por simple vocación misionera. Todas las iglesias, de cualquier denominación o confesión, trabajan con niños. Esa tarea la hacen con el objetivo primario de evangelizar por medio de la enseñanza y la formación de valores. Solo Dios sabe cuántos niños y adolescentes se habrán salvado de las tentaciones violentas por esa labor constante y paciente que realizan mayoritariamente las mujeres de las iglesias. Muchos menores encontraron en la Iglesia la familia y la aceptación que necesitaban para resolver el vacío emocional que experimentaban, evitando caer en opciones engañosas.

Esa tarea básicamente espiritual y muy importante, puede ser completada con otros aspectos que le otorgarían mayor integralidad a la atención. Por ejemplo, si al aspecto espiritual se le agregara el de apoyo a la educación, salud, nutrición y socialización se tendría un programa que supondría un cambio que marcaría la vida de muchos niños. Esto es algo que ya se realiza en los Centros de Desarrollo Integral que muchas iglesias operan en alianza con Compasión Internacional o Visión Mundial de El Salvador. Se trata de programas de atención que van desde los cero hasta los dieciocho años en los que los niños reciben atención, protección, apoyo y defensa. El nivel de deserción se reduce a un 3%, lo cual, lo convierte en uno de los programas más exitosos de prevención. Aprovecha activos importantes y comunes a las iglesias.
Entre ellos, el hecho de que las iglesias ya cuentan con áreas de atención de la niñez. No se necesita invertir en infraestructura pues se utiliza la que las iglesias ya poseen. Además, el alto nivel de voluntariado de los creyentes reduce al mínimo la inversión que debe hacerse en directores y promotores. Todo ello permite que se pueda hacer más con menos.

Para ello, es importante que las iglesias puedan estar abiertas a realizar alianzas con las organizaciones de desarrollo cristianas y trabajar un poco más allá de las paredes de sus edificios para tocar su vecindad. La cantidad de menores que las iglesias alcanzan cada semana es impresionante. Aunque no existen en nuestro país encuestas que puedan darnos una idea, por la composición demográfica de la población y por los porcentajes de personas que manifiestan asistir consistentemente a las iglesias se puede pensar en no menos de medio millón de niños. Con un programa integral que cubra los primeros 18 años de vida se tendría un impacto sensible en las condiciones de seguridad.

Todo esto depende de la voluntad de los pastores que son los responsables de dar paso y ánimo a este tipo de iniciativas. Lo que hace falta es una teología apropiada que, en lugar de fomentar actitudes escapistas, haga énfasis en el papel de luz que Jesús enseñó a sus discípulos. La aspiración a la vida en el más allá debe ser balanceada con la expectativa de vida plena aquí y ahora. En el fondo se trata de una comprensión más profunda de lo que se entiende por evangelización, la cual, de acuerdo con las Escrituras, no solo consiste en la salvación de la parte inmaterial del ser humano sino de su integralidad como persona.

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