¿Qué hacemos cuando estamos ante una situación de riesgo? ¿Somos de los que seguimos el rumbo a pesar de los riesgos y posibles consecuencias? O ¿Somos de las personas que se detienen a pensar en las posibles implicaciones y tomamos decisiones que nos previenen y protegen de un daño mayor?
Esa es la diferencia entre una persona prudente que anticipando el mal prefiere apartarse, refugiarse o simplemente dejar pasar esa situación. No así el simplón, que no presta atención a las señales que puede encontrar y le sobreviene el daño a él y a los que están a su alrededor.
Sé prudente con Sabiduría en Acción.