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sábado, mayo 4, 2024

Miel en el cadáver

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Jueces 14:8  “Cuando regresó más tarde para tomarla, se apartó del camino para ver el cadáver del león; y he aquí que había un enjambre de abejas y miel en el cuerpo del león”

No podremos comprender muchas veces por qué nuestros matrimonios se van opacando con el tiempo. La ocupaciones, los problemas, las dificultades con los hijos, con el dinero y con nosotros mismos, van provocando muchas veces que el matrimonio se vaya oxidando poco a poco y ni cuenta nos damos cuando las cosas entre la pareja empiezan a rechinar.

La apatía, el miedo al fracaso, el poco interés en confrontar nuestras actitudes, el abandono de nuestros malos hábitos y molestias van causando malestar en los dos.  Y, como efecto dominó, también los hijos empiezan a sufrir el problema aunque no son capaces de poder expresar qué les asusta o qué les infunde miedo.

El matrimonio ha empezado a morir.  Se ha muerto el romanticismo, la amistad, el compañerismo.  Se ha muerto el compartir nuestras dudas y problemas.  Ya no nos sentamos a solas con nuestra pareja para averiguar qué pasó para haber caído en deudas impagables, en deudas morales y en situaciones dolorosas. No. No hacemos eso. Es mejor guardar silencio y morir nosotros también a la esperanza y a los sueños de haber logrado las metas que tanto tiempo habíamos guardado en nuestro interior de tener un matrimonio sano, completo, una familia a donde acudir en tiempos de oscuridad. 

La vida no es fácil. Muchos menos la vida matrimonial. Es asunto de desafíos y retos diarios. Es asunto de mantener cada día la barca a flote para poder llamarnos victoriosos. Y, sin la ayuda del Señor, eso no será posible, porque solo Él tiene el Poder para ayudarnos a encontrar las salidas a esos túneles oscuros que opacan nuestra visión y van matando poco a poco nuestra relación.

Si, es cierto, seguimos juntos. Remamos cada uno en distinta dirección pero por lo menos nos mantenemos a flote para que otros no sufran con nuestro sufrimiento. Fingimos que todo está bien porque nos ven juntos, pero al llegar la noche, cada uno busca su lado de la cama y se hunde en sus cavilaciones y pensamientos sobre su vida conyugal o familiar. 

“Yo no esperaba que esto fuera así” es una de las frases que más se repitan cada noche a la almohada. “En que momento se empezó a derrumbar esto”.  “Eso no debiera estar pasando” son los comentarios privados en cada uno de los cónyuges cuando no encuentran la solución a lo que está sucediendo. “¿Esto es el matrimonio entonces?”

Pero, para los cristianos, Bendito sea el Señor, siempre hay solución.  Siempre hay una respuesta a sus inquietudes. Siempre hay una salida a ese túnel ingrato que nos ha engullido. Es la Palabra de Dios. Es su manera de enviarnos ayuda desde su Trono.  Porque lo que es ya fue y lo que fue será dice la Escritura.

Sansón está por allí buscando una mujer para vivir con ella. En uno de sus periplos, en el camino encuentra un león.  Haciendo alarde de la fuerza que el Señor le ha dado para que proteja y defienda a su pueblo de los ingratos filisteos, Sansón mata al león y lo deja a medio camino.  Sigue su ruta y dice el relato que al día siguiente regresa por el mismo lugar y va a ver si el cadáver del león sigue allí y se lleva una sorpresa: El cadáver sigue allí y ahora tiene en su interior un panal de miel. Las abejas han hecho allí adentro su morada y han producido miel. 

Sansón lo toma y come para recuperar energías para seguir su camino.  El cadáver le devolvió las fuerzas.  El cadáver tenía algo bueno todavía. Si, el león estaba muerto pero aún podía proveer un poco de lucidez.

Eso es el matrimonio también. No importa que parezca un cadáver. No importa cuantas cosas se han muerto.  Si buscamos con ahínco y con interés, con oración y entrega, si hacemos lo posible para buscar dentro de nosotros mismos, veremos que aún, en algún recóndito lugar de ese cadáver hay un panal de miel para endulzarnos la existencia, para saber que hay esperanza de energizar nuestra relación. 

Es por eso que el divorcio no es la solución. El divorcio solo empeorará las cosas. Debemos, como Sansón, ser más curiosos, más incisivos y más interesados por buscar en nuestra casa, en nuestro hogar, en nuestra relación, ese panal de miel que nos ayude a aclarar la visión y darnos cuenta que no todo está perdido. Que el Señor tiene la solución a todos nuestros problemas. ¿Está viviendo con un cadáver? Busque y averigüe en donde está ese panal de miel y sigan adelante.

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