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jueves, marzo 28, 2024

El redescubrimiento de la fe para una generación que parecía haberla perdido

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Cada generación en toda sociedad conlleva aspectos negativos y positivos, definir una generación para algunos son 40 años, para otros son 50 años, bíblicamente se podría interpretar como 40 años, si concluyo que la generación apasionada de los años 80´s que predicó en medio de las balas, que creyó en periodos difíciles, y tomando esa premisa de los cuarenta años de 1980 a 2020 fue un cierre de un ciclo importante, sin el afán de polemizar el tema, El Salvador pasó de una minoría del 18% a un promedio del 50% de evangélicos, convirtiéndose en una sociedad con universidades evangélicas, colegios cristianos, institutos bíblicos, artistas plásticos, músicos, empresarios con fe evangélica, diseminándose la iglesia en todos los espacios del país, cerrando este ciclo tenemos la oportunidad de revisar que sigue y más interesante aun ¿Quién sigue?.

Ninguna generación se corta de golpe, prueba de ello es que en el desierto fueron naciendo poco a poco los que iban a entrar en la tierra prometida, en la actualidad encontramos una generación emergente que hay que aprender a conocer y acompañar. Ante nuestros ojos emerge una generación introspectiva, poco dada a eventos masivos, a proyectos públicos, muy enfocada en acción social, preponderando la limpieza de desechos plásticos en una playa que la asistencia a evangelismo en una plaza pública, una generación digital, que ve con extrañeza cuando alguien ocupa papel para lecturas devocionales o quejas de no fraternizar por no estar familiarizados con la digitalización social. Las redes sociales para esta nueva generación no son un pasatiempo, son parte de su vida, y normalmente para mi generación son un entretenimiento, herramienta de evangelización, socialización y de negocios.

En esta aparente manera de describir a la generación emergerte también he descubierto detalles maravillosos, la gran fe de muchos de ellos, por ejemplo en congregarse, encuentro jóvenes que su congregarse no es porque sus padres se congregan, o por ser una responsabilidad familiar, sino que en su independencia deciden acercarse a una iglesia y participar de sus servicios por voluntad propia, es como un llamamiento personal, a diferencia de la generación anterior que era por llamamiento familiar, donde una persona de la casa se convertía a Cristo y tarde o temprano por distintos factores toda la casa se fue convirtiendo a Cristo, no digo que hoy no es así, solo menciono que me sorprende ver la cantidad de independencia en la búsqueda de Dios de la nueva generación, ver su compromiso, son personas mucho más comprometidos y eso Dios lo honra, encuentro genuinidad cristiana, no les interesa la competencia entre iglesias, no les interesa ni el número, ni la modernidad de las instalaciones, simplemente asisten donde se sienten cómodos y el mensaje les llena, confronta, enseña, pero no les ofende.

Imagino a Juan el discípulo amado de Jesús, siendo un niño en un grupo de adultos de edad madura, dependía mucho de todos ellos, pero en su independencia tomó decisiones trascendentales como estar al pie de la cruz cuando los demás no estaban, nunca renunció a vivir una vida conforme a lo que Jesús le dijo hasta el ultimo día en la Isla de Patmos escribiendo el Apocalipsis, ¿Cuánto tiempo estuvo Juan con Jesús? ¿A qué edad? Se calcula que tenia entre 14 y 16 años, era un adolescente, pero esos 2, 3 años en su adolescencia con Jesús marcaron su vida, un tanto independiente de los demás discípulos, no lo vemos ligados a Jerusalén, ni al grupo de apóstoles, pero al ser el que más vivió en edad cronológica post Jesús en tierra, podemos ver que toda su vida la dedicó y consagró a él, a su manera, conforme al llamado.

Muchos líderes religiosos debemos entender que el debate ya no es económico, filosófico, ni político, el debate para este tiempo es generacional, a pesar de las restricciones que la pandemia genera, a pesar de los tiempos, les invito a identificar en sus congregaciones, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, a los cuales no tenemos que acoplar como nosotros vivimos, pensamos o vestimos, pero si aprender de ellos, y cuan importante es darles los espacios y las oportunidades sin que dejen de ser ellos mismos, nuestro anhelo no es convertir robots en robots, sino personas que tengan luz propia, ideas propias y que trasciendan. Personalmente me di cuenta que me estaba volviendo anacrónico porque no estaba entendiendo a esta generación, si hay que educarla pero no hay que matarle el brillo, e encontrado personas de fe, ministerios nuevos que han crecido, con personas que se han acercado y me han dicho si pueden crearlo, y mi respuesta que hace unos años hubiera sido no, “hay que esperar 6 meses”, “tengo que orar”, decidí no matar sueños, nos toca a todos romper paradigmas para no matar brillos de fe, veo jóvenes clamando y buscando de Dios, aunque yo no lo entienda Dios les esta hablando a ellos, tienen una conexión con Él, nuestra misión es hacerles saber que la iglesia es el lugar, hay una generación con mucha fe que está emergiendo, su independencia les permite decir no a cosas que fracturan la moral, son menos corruptibles e interesados en cosas materiales, esta nueva generación es una oportunidad para el evangelio.    

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