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martes, abril 16, 2024

Centinela

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Ezequiel 33:7 “Y a ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela…”
En este pasaje de la Escritura hay una tremenda responsabilidad para nosotros los pastores.
No es para los evangelistas ni para los predicadores itinerantes sino solo para los pastores.
Lamentablemente, una pobre interpretación de la Palabra de Dios ha provocado que muchos
pastores no sean los centinelas de su congregación.
Ezequiel ha escrito: Yo -dice Jehová-, te he puesto por centinela del pueblo. Si el centinela ve
venir al enemigo, toca la trompeta para avisar y nadie hace caso, todos los que mueran por la
espada, su sangre caerá sobre ellos porque fueron avisados y no hicieron caso. Y tú salvarás
tu vida. Pero si tú, el centinela ves venir al enemigo y no tocas la trompeta, todos los que
mueran por no haber sido avisados serán salvos, pero tú, por no haber tocado la trompeta
serás responsable de su sangre de ellos y perderás tu vida.
Bien. ¿Cuantos pastores no tocan la trompeta a los padres de familia porque sus hijos se
están desviando de la vida de santidad? ¿Cuantos pastores han dejado a la deriva a su
congregación para que cada quien haga lo que quiera, sin tocar la trompeta que avisa que el
enemigo de su matrimonio está acechando su hogar?
Es lógico entonces que ese pastor tendrá que rendir cuentas de esos hijos que se perdieron
por no haber sido responsables de avisar del peligro. Pero si avisando, los padres no
obedecieron y sus hijos perecen en el pecado, el pastor habrá salvado su vida y la familia que
no obedece llevará su castigo.
Comprender realmente el papel fundamental del centinela puesto por Dios es una gran
responsabilidad personal. Y no se circunscribe solamente a la doctrina pastoral, también tiene
que ver con como manejan sus finanzas los congregantes, como se comportan en sus hogares,
como se dirigen a sus cónyuges y a sus hijos, como es su conducta fuera de las paredes de la
Iglesia.
El centinela es una rol parecido al soldado que monta guardia en la garita del cuartel. Está allí
para observar el camino, las sombras de la noche, el acercamiento de cualquier enemigo que
pueda hacer daño a quienes están dentro de la base militar. El centinela no tiene derecho de
dormir mientras otros descansan confiados en que está listo para dar la voz de alarma ante
cualquier peligro que amenace la paz y seguridad de los soldados que están descansado.
Toda la confianza de la base militar está puesta en el centinela que hace su guardia en la
garita.
De igual forma funciona la Iglesia. Pero tristemente, muchos centinelas están ocupados
haciendo otras cosas que no les compete y han descuidado a sus rebaños y han provocado
que muchos jóvenes caigan en el pecado por no advertirles del peligro. Muchas señoritas han
quedado embarazadas sin casarse y se han quedado como madres solteras cargando a sus
espaldas la crianza y manutención de un hijo bastardo por la negligencia de un pastor o
centinela que no les advirtió del peligro que amenazaba sus vidas.
Creo que estos versos de Ezequiel nunca antes han tenido tanta importancia como hoy que e
mundo está en caos, cuando la sociedad amenaza la seguridad e identidad de tantos hogares

llevando a sus hijos a querer imitar a sus ídolos que son homosexuales, lesbianas, góticos y
llenos de tatuajes por no haber escuchado nunca una advertencia sobre esos peligros.
La iglesia ha descuidado este papel porque a los pastores o les da miedo hablar abiertamente
del tema, o porque no quieren ofender a los que les diezman y ofrendan para sus gastos.
Tienen temor de señalar el peligro de un adulterio, una fornicación o una caída en drogas a las
familias que se sientan frente a ellos esperando, como dice Malaquías, que el Sacerdote les
enseñe la Ley de Dios.
Creo que es tiempo que los pastores sean realmente lo que debemos ser: Centinelas de una
congregación en constante peligro y no solo elocuentes transmisores de información. No
somos periodistas, mis queridos compañeros de milicia para transmitir noticias bíblicas. Somos
centinelas y tenemos un gran responsabilidad ante el Dios que nos tuvo por merecedores de tal
privilegio.

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