Por: Guillermo Serrano / Ideas y voces.
Ahora son los haitianos los que se suman a la ya larga lista de nacionales que se agolpan en los caminos de América Central y México en busca del suelo norteamericano, que, según la leyenda, les recibirá con los brazos abiertos…
¿De dónde vienen esos haitianos? ¿Y cómo lo hacen los 16 mil que marchan hacia Panamá -atravesando selvas y caminos intransitables (?), para incorporarse luego a suelo mexicano e ir a la frontera de Texas? ¿Quién financia a individuos y familias para tan largo viaje?
De que hay grandes mafias de traficantes interesadas en crear propaganda y hacer anuncios de bienvenida, las hay. Y que ganan cientos de miles de dólares, también es una verdad. Lo más grave: no hay tal bienvenida de parte de las autoridades norteamericanas. Lo cierto: existen centenares de aviones dispuesto para enviar de regreso a Haití a miles de personas que se creyeron el cuento y que se gastaron lo que tenían.
Lo que se sospechaba de antes, se ha hecho una realidad. Al convertirse México en un pasadizo sin restricciones para miles de individuos que desean -legítimamente- una vida mejor, trabajo y seguridad, el lugar de destino es alguna de las fronteras con los Estados Unidos.
A los que hemos emigrado -por cuestiones de trabajo- al país del norte, nunca nos prometieron ni nos dieron ayuda alguna de parte de sus autoridades. Hemos tenido que trabajar 5 o 6 días a la semana con 15 días de vacaciones legales al año. Ninguna autoridad se acercó a nosotros para ofrecernos un seguro de salud o ayuda financiera para educar a nuestros hijos. Para eso, debimos endeudarnos con algún banco si es que queríamos ayudar a los hijos con los siempre subidos precios -que se reajustan todos los años- que cobran las universidades. Y en cuanto a las prestaciones de salud, los empleadores decían que el llamado seguro médico “estaba incluido” en el salario (pero nunca dijeron que en realidad se descuenta del sueldo bruto…)
Con estos datos, no deseo desanimar a nadie que piense emigrar a este o cualquier país. Tienen todo el derecho de hacerlo. Solo proporcionar una visión realista de lo que pueden esperar. Porque una vez que uno cruza la frontera, no hay vuelta atrás y hay que poner el rostro duro para trabajar también duro.
Los haitianos que marchan “del sur” han recibido innumerables ayudas de los gobiernos de Brasil, Argentina y Chile. De este último país, se dice que, con las ayudas de emergencias dispuestas por el gobierno local, todos los refugiados han recibido cerca de 3 mil dólares para ayudarles en su necesidad. ¿Algo de ese monto o todo él ha ido a parar al bolsillo de los traficantes de vidas y sueños humanos?
Como lo dice un cantante, cuando Dios creó el mundo, no le puso fronteras. Y si eso es así, entonces cada uno es dueño de travesarlas todas, si lo desea. La cuestión es, cómo hará para subsistir cuando los habitantes del lugar no solo han fijado fronteras, sino que no desea nuevas personas, achicando su espacio total y desafiando sus leyes y reglamentos.
Quiera el Creador del mundo apiadarse de mujeres y niños que cruzan fronteras. Porque no podrán esperar actitudes de solidaridad de los habitantes de pueblos y aldeas que a veces solo subsisten con lo mínimo y que también sueñan con emigrar, solo que no tienen los recursos para dar el primer paso.
(gullermo.serrano@ideasyvoces.com)