El 31 de octubre, Día Nacional de la Iglesia Evangélica Salvadoreña está directamente relacionado a la fecha en que Martin Lutero estableció la reforma protestante en Europa.
El papel de la Iglesia Cristiana Evangélica en la sociedad es vital, no es una competencia numérica, sin embargo, el porcentaje de evangélicos en El Salvador es el resultado de la fe de los precursores cristianos, que abrieron caminos para hoy poderlos transitar. En 125 años de presencia evangélica se ha pasado de un 0% a tener en la actualidad el 50% (practicantes o nominales), pero es un mérito que ha tenido que ver con el esfuerzo de esos primeros cristianos que fueron mártires, dados a la intercesión.
Los evangélicos somos personas distintas con un fin común que es la palabra de Dios, con una declaración común que es la divinidad y santidad de nuestro Señor Jesucristo, que murió en la cruz del calvario, pero resucitó y a través de ello cada uno ejerce un rol muy particular.
La horizontalidad de la iglesia la hace muchísimo más variada, alrededor de conceptos de trabajo, su operatividad, sus liderazgos y muchos elementos más. Es un actor social confiable porque ha sabido trascender por encima de las circunstancias, y avanzar a pesar de no poseer el respaldo y acompañamiento de instituciones específicas. El pastor se ha convertido en un líder local que ha logrado desarrollar para su comunidad proyectos de evangelización y acción social, con propósitos y beneficios para su entorno.
Para cada generación estar al frente de la batalla, ha representado una gran responsabilidad de congruencia en el mensaje, A mayor voz mayor responsabilidad, tanto el pastor mediático, como el pastor local sin importar su rango de incidencia, es vital mantener la pureza de la doctrina, la sanidad del contenido y caminar acorde a los preceptos del evangelio. Es importante estar claros que pertenecemos al reino de Dios y debemos pasar esta misión a la siguiente generación, entendiendo que nuestro propósito es pasar el estandarte de la fe, siendo puentes para ellos y no obstáculos para su crecimiento.
La iglesia debe difundirse dentro y fuera de sus 4 paredes, fortalecerse como un lugar de refugio y no como escondite, acompañando a la viuda, al huérfano, al débil. En este sentido se hace necesario el desarrollo organizado de responsabilidad. Hacer realidad el sermón del monte es preponderante en un país con diferencias sociales grandes, extrema pobreza, falta de educación, aislamiento social, entre otros, sin embargo, la iglesia es el puente para que el perdón, la restauración y la restitución social prevalezcan.
La iglesia no está centralizada en 2 o 3 líderes nacionales, pero tampoco hay duda que hay líderes que inciden, a los que consideramos invisiblemente referentes, su predicación, su ímpetu han hecho que la iglesia avance. Un factor de suma importancia es la oración, modelos como el de “Madres unidas para orar” con 10 mujeres de Dios que se acuerpan para orar por el hijo o hija de su hermana en la fe para hacerle volver de su error, o librarle del mal, es poderoso, y no se puede negar la efectividad de tal acción; este es solo un ejemplo de las múltiples ministerios interdenominacionales enfocados a esta tarea, y los grupos de hermanas que están al interior de las iglesias firmes en la brecha sosteniendo a muchos a través de la oración. Hablo de mujeres porque poseen un sentido de responsabilidad mayor a la del hombre, y esto es visible al verles numéricamente en su accionar al interior de una congregación.
El apego a la palabra de Dios es otro elemento fundamental que sostiene y fortalece a la iglesia, quienes deciden caminar en esta ruta, son parte del movimiento de fe que da operatividad a la Iglesia Evangélica.
La iglesia ha sobrevivido a una guerra que trajo zozobra, muerte y luto al país, a una postguerra con mucha aspiración económica pero con un incremento a la violencia callejera, una emigración despavorida que con los años hizo que más de 2 millones de salvadoreños dejaran su tierra, en cada etapa el cristiano ha mantenido su fe, somos un pueblo de mucha fe, de principios, aunque a veces en las redes sociales da la sensación que las personas son anti fe, es todo lo contrario, somos un país muy conservador, eso no nos hace ni lentos, ni retrasados en los tiempos, sino más bien sostenibles en el transcurrir del tiempo.
Hoy más que nunca debemos darle la relevancia a esta celebración, sin que pase por desapercibido al interior de la iglesia y con actos públicos para dar a conocer la gran labor de la iglesia evangélica. Somos un país privilegiado, por decreto legislativo tenemos el Día Nacional de la Iglesia Evangélica Salvadoreña, un Día de la Biblia y 3 días oficiales destinados a la oración, uno por vía legislativa y 2 por vía ejecutivo. Todos los días son de Dios y para Dios, pero gozamos de 5 días específicos que debemos disfrutarlos y celebrarlos públicamente.