A finales de 2019 muy lejos de Centroamérica, en el continente asiático, comenzó ha cobrar fuerza un virus que fue llamado COVID-19, no pasaron muchos días para que se diseminara en diferentes partes del mundo.
A mediados de marzo de 2020, en El Salvador las autoridades gubernamentales anunciaron una reducción en la capacidad de concentración, primero hasta 500 personas máximo, pasando en 2 días a 200, y en un plazo corto a 75 personas, hasta llegar a producirse una cuarentena, cerrando con ello la capacidad de movilización y de culto, todo con el fin de prevenir que el virus se propagará fácilmente.
La iglesia evangélica comenzó a buscar alternativas de funcionamiento, ante este nuevo escenario, y de forma empírica, mientras otros de manera más profesional, emigraron a modalidad virtual sus reuniones para no perder la conexión. Sin embargo, la pastoral fiel a su llamado continúo ejerciendo su función de ser sal y luz, y en medio de la crisis, diferentes grupos de pastores se dieron a la tarea de orar cada viernes con apoyo de la Policía Nacional Civil, comenzaron a recorrer las principales calles del territorio nacional para llevar esperanza ante un escenario de incertidumbre. A la llegada de las tormentas Amanda y Cristóbal, la pastoral salió a apoyar a diferentes albergues a las personas más necesitadas.
La reapertura se dio a finales de agosto de 2020, y las iglesia comenzaron a operar en septiembre de manera gradual, familiarizándose con el termino medidas de bioseguridad, cabe destacar que el distanciamiento necesario para lo que en ese momento se nombró “La nueva normalidad”, obligó a las congregaciones a realizar más reuniones en el mismo día (domingo) para poder atender a los miembros, debido a la reducción de espacios en los locales, como también a suprimir las reuniones de día de semana, e ir incorporando a diferentes grupos de riesgo gradualmente.
Hay personas que no retornaron a las iglesias, que según el punto de vista pastoral se debe a un acomodamiento acobijado por el temor, aunque hay otros elementos como iglesias que cerraron de forma definitiva, mientras otras trasladaron sus lugares de reuniones, existe una realidad paralela que la pandemia, la cual aun no desaparece, ha marcado, y es el fallecimiento de miembros, así como de lideres eclesiales desde sus inicios y hasta la fecha.
A continuación publicamos una lista con el dato de pastores fallecidos a causa del virus COVID-19, según el dato de las denominaciones y congregaciones independientes a las que pertenecían recordándoles como héroes en la fe de este tiempo, quienes, aunque han coronado su carrera, también dejan un vacío en sus familias y congregaciones, pero también un legado.
“El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre”. 1 Tesalonicenses 4:16-17