1 Samuel 9:4 “Y Saúl pasó por la región montañosa de Efraín y recorrió la tierra de Salisa, pero no las hallaron. Luego pasaron por la tierra de Saalim, mas no estaban allí. Después atravesaron la tierra de los benjamitas, pero no las encontraron”
Bueno, estamos terminando un año más.
Que lo estemos terminando no es el problema, el problema, como cantó mi paisano Arjona, es cómo lo estamos terminando.
Eclesiastés dice: Mejor es el final de un asunto que el principio. ¿Será eso verdad a la hora de hacer un recuento de como estamos terminando este dos mil veintiuno?
Porque muchos pasaron el año buscando sus asnas. Buscando -algunos-, lo que perdieron: un matrimonio, un empleo, una esposa, un hijo, una buena cantidad de dinero. Otros pasaron el año buscando el amor, buscando venganza por aquel daño que alguien les causó.
Buscar asnas, como Saúl, demuestra que no estamos interesados en buscar algo más, algo que trascienda, algo que realmente nos llene el corazón, la vida, que nos haga vivir vibrantemente la Salvación de nuestro Dios.
Saúl demuestra que, aunque pasó por muchos lugares buscando las asnas y no encontrarlas, tuvo una vida de insatisfacción. Una vida vacía en sí misma. Buscó por todos lados lo que nunca encontró por la sencilla razón que lo que buscamos, lo que realmente necesitamos para llenar nuestro corazón y nuestro futuro no son asnas sino la Presencia del Señor que es lo que nos llena totalmente.
Hay personas que están terminando el año y aún siguen buscando sus asnas. Lo que según ellos perdieron y no saben que ya fueron encontrados por otros, que las asnas están en poder de aquellos a quienes pertenecen, pero Saúl, en su ignorancia, al no encontrarlas no tuvo más remedio que buscar un consejo, alguien que le ayudara a conocer su verdadera búsqueda.
Lo que Saúl no sabía era que no andaba en busca de solamente las asnas de su familia. Saúl buscaba algo más, algo que solo un profeta de Dios podía darle y eso era la unción que llenara su odre, que lo levantara a otro nivel y que de ser un lacayo de su padre Cis, pasaría a ser un rey de un pueblo que lo necesitaba. Para bien o para mal, Saúl era a quien ellos necesitaban y Saúl, ocupado en buscar asnas, estaba a punto de perderse la aventura más hermosa de su vida.
¿Que asnas ha estado usted buscando durante este año?
¿Que asnas ha estado usted anhelando encontrar sin hallarlas?
Lamento decirlo, pero sin la ayuda de un Profeta, un pastor, un consejero, un amigo que le ayude a reconocer su verdadera necesidad, usted empezará otro año más con el mismo deseo de encontrar lo que otros han perdido.
Usted, querido lector, no ha sido hecho para andar errante por el mundo, inmerso en la sociedad que le rodea buscando asnas. Usted fue hecho por Dios para buscar su Dirección, su Guianza, su consejo y su amistad.
Jesus lo está esperando para que al terminar este año, usted deje de buscar lo que se perdió. Lo que se perdió ya pasó. Deje que el tiempo borre las huellas de esas asnas que una vez fueron parte de su vida, de esas asnas que ya no le pertenecen, porque, como Saúl, hay un horizonte más hermoso ante usted y los suyos.
Feliz año entonces y que tenga un nuevo Año lleno de bendiciones… sin tener que buscar asnas sino buscar lo que realmente llena el alma: El Amor perfecto de Jesus.