fbpx
jueves, diciembre 26, 2024

Mi testimonio: «Libre de ataduras» (Parte I)

- Publicidad -spot_img
Lucas 4:18-19

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;me ha enviado a sanar

a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;

Mis hermanos que hermoso es aprovechar la bendición que Dios nos ha dado al poder hacerlo nuestro confidente y expresarle todas las cosas de nuestra vida, hasta aquellas que nos avergüenzan como son nuestras ataduras, pero en Jesús podemos ser libres verdaderamente, cuando iniciamos con el primer paso: ¡hablando con El Señor! No te rindas,

¡Implora y clama!…

Cuando tendemos a equivocarnos y pecamos repetitivamente, nos da desánimo y vergüenza llegar ante el Dios Todopoderoso, incluso desistimos elevar un clamor pidiendo perdón por esa falta e implorar Su ayuda para que nos saque de esa situación.

En realidad, nos cuesta hacerlo debido a nuestro propio concepto errado de justicia, siempre inflexible y legalista, y por causa de ideas tergiversadas que el enemigo pone en nuestra mente. La voz del enemigo te susurra: “no lo hagas, eres una desobediente e hipócrita, no te escuchará, sigues haciendo lo mismo y no cambias, ten vergüenza y no llegues ante El, pues tú oración es abominable, no será escuchada jamás a causa de tu desobediencia”. Esa clase de pensamientos han invadido mi mente cuando he cometido un pecado de manera reiterada, pero te aconsejo lo que yo misma he aprendido a lo largo de todos estos años de doblar rodillas ante Su Trono: ¡tan solo levántate, confiesa, ora y espera! Esa es la única decisión acertada que debemos tomar siempre.

Quiero decirte que el Omnipotente tiene tremendas promesas para estas situaciones, ¡no te desanimes!, habla con nuestro Creador, pues Él sabe que somos seres humanos, imperfectos, pecadores arrepentidos, es cierto, pero pecadores, al fin y al cabo. Tan solo no te desalientes ni te rindas. El enemigo no quiere que te levantes y lo primero que pone en tus pensamientos es que te alejes del Señor y que ni tan siquiera ores implorando el perdón, tal como hicieron Adán y Eva en el Paraíso (Génesis 3:1- 13).

- Publicidad -spot_img

ÚLTIMAS NOTICIAS

- Publicidad -spot_img

NOTICIAS RELACIONADAS

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre aquí