El mundo de los deportes se presta, al igual que el otro mundo, el de actrices, cantantes y actores para polemizar, sobre todo. Y el tenis no podía ser menos.
La nota alta la dio Novak Djokovic, el tenista serbio, quien, según algunos, es el mejor del mundo. Bueno, este superdotado para ese deporte salió deportado de Australia, porque según sus autoridades, mintió en su solicitud de visa.
Dice la CNN que “Los jueces en Australia desestimaron el desafío legal de Novak Djokovic de revocar la cancelación de su visa por segunda vez.
El serbio dijo que estaba «extremadamente decepcionado» por la decisión de la corte, pero que ahora cooperaría con las autoridades sobre su salida del país, poniendo fin a su intento de extender su décimo título individual masculino en el Abierto de Australia.
El ministro de inmigración de Australia revocó el viernes por segunda vez la visa de la estrella del tenis que no se ha vacunado y dijo que su presencia podría generar un «aumento del sentimiento contra la vacunación” e incluso incitar «disturbios civiles».
En lo personal, no me atraen aquellas figuras que son catalogadas o se designan a sí mismo como “personas de elite”, porque lo único que les diferencia de los demás mortales son las cifras astronómicas de dinero que ganan y que tú y yo nunca podremos tener…
Y en Australia, parece ser que, no se puede entrar al país si se llenan papeles falsos para conseguir una visa. Aunque seas una estrella del deporte.
Sin embargo y si leemos con atención el comentario del ministro de inmigración de Australia, la revocación de la visa tenía que ver con la posible reacción popular de negarse a vacunarse y que hasta podría “incitar a disturbios civiles”.
La realidad -según otros medios noticiosos- tiene que ver con la reacción antivacunas de algunos que en Australia -como en otros países del mundo- se oponen abiertamente a inyectarse el compuesto químico contra el Covid-19. Y la autorización para quedarse y jugar en favor de Novak Djokovic, podría indicar un doble estándar de las autoridades del país.
La realidad hoy, nos enfrenta a una emergencia sanitaria en la que todos debemos jugar un papel que ayude a dejar atrás no solo este virus y sus variantes, sino todas las amenazas que se presentan todos los días. Después de todo, esta vida es la única que conocemos. La otra, aquella existencia que puede transferirnos a una dimensión desconocida, es algo que se espera en fe. Y la fe de cada uno no está sujeta a dudas puesto que es personal y única. ¿Te parece esto creíble?
