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viernes, noviembre 22, 2024

De los papas católicos y de sus errores

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Hace quizá unos 60 años, nadie se hubiera atrevido a poner en duda la autoridad de la Iglesia Católica Romana (o de cualquier otra religión), en cuanto a su influencia y opinión sobre asuntos religiosos y hasta en sus declaraciones políticas -que las hubo-, porque la institución, por respeto, o, por miedo, imponía su presencia.

Las cosas han cambiado tan rápidamente, que la misma iglesia ha quedado descolocada y sin una opinión coherente ante sus escándalos de abuso, y financieros que la acosan.

 Y ahora salta a la palestra, el emérito papa Benedicto XVI (16 para los que se han olvidado del latín…), quien es acusado por la curia alemana de haber mirado para al lado ante la pediatría comprobada en ese país por parte de los clérigos católicos,

“Durante su tiempo en el cargo ocurrieron casos de abuso”, dijo Pusch, refiriéndose a Benedicto como cardenal Joseph Ratzinger, su nombre y cargo en ese momento. “En esos casos, esos sacerdotes continuaron su trabajo sin sanciones. La iglesia no hizo nada”.

“Él afirma que desconocía ciertos hechos, aunque creemos que no es así, según lo que sabemos”, dijo Pusch cuando fue arzobispo (Ratzinger) de Múnich de 1977 a 1982. «Él fue informado sobre los hechos», dijo el abogado Martin Pusch en Múnich como parte de un panel que anunció los resultados de la investigación. (Fuente CNN, reportaje de Claudia Otto, Nadine Schmidt, 20 de enero, 2022).

Esto de atribuirle la infabilidad a los papas, es decir, que no pueden errar, ya no se puede sostener ante investigaciones que prueban que esa iglesia, como las demás que conforman el cristianismo están sujetas a errores y pecados mundanos, como cualquiera, ya que están formadas por seres humanos con pies de barros como todos nosotros.

Se afirma que Martin Lutero, el reformador del siglo 16, dijo que cada uno de nosotros tiene un papa dentro de sí, al creer que nuestra opinión y nuestros hechos siempre están correctos.

Sin embargo, Benedicto (puedo llamarte así, ¿verdad?), es tiempo de arrepentirse y de llevar nuestras culpas al que lo puede perdonar. En tu caso: primero pedir perdón a los niños abusados, a sus padres cuando traicionaste su confianza, a tus conciudadanos alemanes cuando preferiste mirar para al lado, a tu iglesia y sus jerarcas por la confianza que tenían en ti y que hasta elevaron a la silla papal.

A nosotros, Benedicto, nos queda arrepentirnos también por pecados de acción y de omisión (como les gusta decir a los católicos), ante la vida que nos presenta tantas oportunidades de pecar desembozadamente ante los que nos rodean.

Quizá tu y yo tengamos la oportunidad de clarificar nuestras acciones y nuestra conciencia. Después de todo. Esa limpieza solo puede venir de Aquel que es Todopoderoso para perdonar y limpiar.

(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)

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