Mi hermanos: Jesús estando en Nazareth, se levantó a leer y se le dió el libro del profeta Isaías, y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.”
El profeta Isaías dijo que Jesús vendría para liberar los cautivos y oprimidos, ¡que inmensa promesa la que se activa cuando clamamos en oración por Su auxilio frente a las situaciones del diagrama siguiente!, pero por favor te suplico que lo revises minuciosamente:
David decía en el Salmo 32:5: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije, confesaré mis transgresiones a Jehová; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado”.
Mis hermanos, siempre estaremos propensos a cometer pecado, pues “no hay justo, ni aún uno justo” (Romanos 3:10), solo Jesús quien “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15).
Cuando estés en pecado, ve al Trono de la Gracia y pide alejarte de esa práctica pecaminosa. Ten la seguridad de que NO podrás hacerlo en tus fuerzas, ¡implora por un arrepentimiento genuino y apartarte de tal situación!
¡No te canses de clamar, no te des por vencido, el enemigo eso quiere, pues él ha venido a matar, a destruir, a separar
Este testimonio continúa…