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viernes, noviembre 22, 2024

Los peones de la Guerra

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El título de esta columna no es original. Pertenece a un libro publicado después de la guerra de Viet Nam. Y señalaba a Laos y Camboya, como sujetos de experimentación durante esa guerra que dejó millones de civiles muertos durante bombardeos y gases tóxicos que envenenaron la vida y la psiquis de otros tantos millones.

Y mientras eso sucedía, los países de Occidente decidieron mirar para al lado, porque después de todo, los campos de exterminio estaban lejos de casa.

Y eso sucede hoy con la invasión de Rusia en Ucrania. Oh, sí, se adoptan medidas económicas y algunos lugares envían rifles y bombas a las fuerzas que se enfrentan al poderoso ejército ruso.

Pero, y, hay un pero aquí: las causas de esta guerra tienen que ver con la postura rusa que no desea tropa de la OTAN y tampoco misiles en Ucrania al hacerle entrar a esa organización militar. Y Ucrania en todo este tiempo (unos 20 años para acá), ha sido el peón de Europa, con promesas de prosperidad y de igualdad ante los países europeos si se hace miembro de Pacto del Atlántico Norte.

Vladimir Putin, el presidente ruso tiene otros planes para Ucrania. Que nunca abandone la zona de influencia de Rusia y, además, desea, él, Putin que esto sea evidente, porque ha dicho que también quiere tener el alma de la nación. Son declaraciones claras y ciertas que han aparecido en algunos medios de comunicación (no en todos), porque entre Rusia y Ucrania se da también la guerra religiosa entre dos versiones de la Iglesia Ortodoxa, obedeciendo a dos patriarcados distintos…

¿Suena esto familiar a los religiosos del planeta, cuando hemos visto de las guerras religiosas que han asolado al mundo desde siempre? Y eso de “religiosos” incluye a facciones del cristianismo, que, cuando fallan las doctrinas o teologías, se enfrentan con las armas que tengan a la mano.

Cuando escribo estas líneas, recibo las noticas de agencias que dicen que Rusia ha puesto a sus fuerzas nucleares en alerta máxima (llámense misiles o cohetes con cabezas atómicas), lo que podría significar una escalada no solo en la tensión mundial, pero en la posibilidad de destrucción que podría ser catastrófica, no solo para Europa, pero también para el resto del mundo.

Creo que no basta hoy solo con orar, lo cual es un buen ejercicio, individual y colectivo, pero también en llamar la atención de los que detentan el poder (Estados Unidos y Rusia) para que entiendan que este planeta es de propiedad de todos los que lo habitamos y no solo un campo de tiro y de ejercicios militares. Claro, ellos no van a leer esto, porque sus intereses militares y económicos están más allá de la razón. Y, sin embargo, tenemos que decirlo o de gritarlo: paren en su necedad y conversen para detener la matanza y llegar a arreglos que dejen más o menos satisfechos a todos. Y eso hasta que la próxima crisis nos vuelva a estar pendientes y alertas.

(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)

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