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lunes, noviembre 25, 2024

Forjando Carácter

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Génesis 16:8-9 “…y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde has venido y a dónde vas? Y ella le respondió: Huyo de la presencia de mi señora Sarai. Y el ángel del SEÑOR le dijo: Vuelve a tu señora y sométete a su autoridad”

Agar es un personaje singular.  Tiene, en su vida, una riqueza que solo quienes han sufrido conocen.  Y la comprenden. Otros la imitan. Quiza´otros la odien. Pero Agar es singular.

Fue dada como regalo de Faraón a Sara cuando el episodio de la llegada de Abram y Sarai a su país en busca de comida. Cuando salen de esa tierra, Agar iba incluida en los regalos que el faraón le dio a Sarai.

Así que aquella muchacha anodina, una más de las esclavas que tenía el gobernante, pasó a formar parte de una familia extraña, con costumbres extrañas y vivir en una tierra extraña.

Sarai era estéril. Y en aquellos tiempos era legal que la señora de la casa dispusiera de los esclavos como ella quisiera.  El tiempo está pasando y Sara no logra tener hijos. Su esterilidad la entristece y necesita tener un hijo para darle a su esposo descendencia. Que perpetúe su nombre y su heredad. Así que un día, después de pensar por largo tiempo, le dice a su sirvienta: Agar, esta noche, después de terminar tus oficios, quiero que entres en la tienda del señor Abram y te acuestes con él. Quiero que tengas un hijo que será mío en el momento de nacer.

Agar obedece. Hasta este momento, ella es una simple esclava y tiene que obedecer lo que le manden. No le preguntan si quiere o si lo desea. Sencillamente le ordenan. Y ella tiene que obedecer.

Pero sucede que después de no sabemos cuantas noches, Agar queda embarazada. Y la metamorfosis lógica de toda mujer que va a ser madre se apodera de la muchacha. Empieza a actuar como no debió hacerlo. Se sintió orgullosa de que ahora, en su vientre, lleva un hijo del patrón de la casa.  Empieza a actuar con soberbia y petulancia. Seguramente le pasaba frente a Sarai su vientre que poco a poco va creciendo porque ella, la esclava, tiene lo que la señora no tiene.

Hasta que llega el momento en que Sara no soporta más la idea de tener que soportar tanta humillación y desprecio del que ahora es víctima por parte de su sierva y decide hacer lo más fácil: tratarla muy mal. La empieza a recargar de trabajo, sin duda le niega la comida, le exige mucho más a pesar de su estado de gravidez.  Así que Agar no tiene otra opción que tomar sus cosas y un día sale de la casa de Sarai y Abram y huye de ellos.  Está huyendo de la presión. Huyendo del sufrimiento. Huyendo del desprecio.

Y es cuando en medio del desierto, el Ángel del Señor se le aparece y le hace dos preguntas: ¿De donde vienes y a donde vas?

Agar solo le responde una. Porque sabe de donde viene. Viene de huir del ambiente tóxico y maligno que hay en la casa de su señora. Pero no tiene respuesta para la segunda pregunta. Porque sencillamente no sabe a donde va. No tiene recursos, no tiene familia, no tiene apoyo de nada ni de nadie.

Y el Ángel le dice que regrese a la casa donde ha estado siendo objeto de desprecio, de burla y de abusos. Que regrese porque todo ese sufrimiento le forjará el carácter necesario para que aprenda los secretos de la vida.  Allí aprenderá los secretos que Abram le pueda enseñar para enfrentar los retos de su camino. A través del comportamiento de Sara, Agar aprenderá a no ser ingrata, a no ser despreciativa ni a humillar a nadie por muy baja que sea su condición.  Agar aprenderá en esa casa como debe ser una persona humilde y sencilla. Como debe comportarse ante los indefensos, ante aquellos que no tienen donde recostar su cabeza, donde refugiarse del dolor y del sufrimiento.

Pero hay algo más: El ángel cuando le habla, le llama por su nombre. Sabe que dará a luz un hijo. Ella comprende que no ha pasado desapercibida, que hay un Ojo que la ha estado observando todo el tiempo de su dolor, comprende que en medio de su angustia hay Alguien que ha estado viendo lo que le sucede. Y es cuando le pone nombre a su Dios: Génesis 16:13 Y Agar llamó el nombre del SEÑOR que le había hablado: Tú eres un Dios que ve; porque dijo: ¿Estoy todavía con vida después de verle?.

Muchas personas abandonan el lugar en donde están siendo forjadas para crecer en su carácter. Abandonan el lugar en donde Dios les ha puesto para que aprendan obediencia a pesar de lo doloroso que pueda ser. Y eso les produce un crecimiento a medias. No terminan de aprender a ser sujetos y obedientes a las instrucciones de la Palabra. Y andan de lugar en lugar, buscando donde no les presionen para que forjen un carácter parecido al Señor Jesucristo que es nuestra meta suprema.

Esta historia nos enseña que Dios desea que allí, en medio del dolor, del sufrimiento, de la presión, soportemos con paciencia para que seamos llevados a tomar la Imagen de nuestro Señor Jesus.

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