fbpx
miércoles, mayo 8, 2024

Libre de deudas (Parte II)

- Publicidad -spot_img

Filipenses 4:12

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre,

así para tener abundancia como para padecer necesidad.”

Con todo, los ingresos eran aún muy bajos y no permitían el pago de nuestras deudas, en lo referido al capital, sólo podíamos abonar a intereses. El Señor tenía algo que mostrarnos, inició trabajando con nuestra capacidad de contentamiento y gozo con lo poco que teníamos, porque antes de esta prueba realmente no había nada de eso en nuestros corazones.

 Cuando regresaba de mi trabajo, veía el rostro cabizbajo y desesperanzado de mi esposo. ¡Contenía grandemente las ganas de llorar y echarme a su lado para consolarle!, pero este dolor lo escondía bajo una sonrisa y le decía: ¡hola!, ¡te veo al ratito! y mientras, subía al dormitorio de la casa que alquilábamos, donde me encerraba a llorar, a derramar mi alma intensamente ante el Señor.

Clamaba como niña ante el Señor, pidiendo Su misericordia, suplicando, rogando una y otra vez que su provisión viniera para el pago de todas esas deudas que nos mataban lenta y despiadadamente. Le decía al Señor: “quisiera conocerte como el Dios proveedor, Tú eres el dueño del oro y la plata de este mundo, por favor Señor, sólo provee para el pago de nuestras deudas, ya no me des ni casa ni carro, sólo ayúdame a pagar las deudas!…”, “Señor, Tu palabra dice: “El impío toma prestado y no paga lo que debe»

….No quiero ser una impía, mi Señor, ni dar mal testimonio de Ti, pero ¿cómo vamos a cancelar nuestras deudas?” y una vez más decía: “Te ruego humildemente que nos proveas para honrar nuestros compromisos financieros, que los intereses no sigan creciendo o se mantengan indefinidamente, ¡ay, Mi Señor!, ¡me duele mi corazón!… estas deudas carcomen mis huesos y mis entrañas!”

Deuteronomio 4:29

“Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.”

Mi fe se empezaba a debilitar peligrosamente, creía que Dios había decidido ya no hacer algo más por nosotros en esta caótica situación, que nos había olvidado, que quizá era un castigo o disciplina por ser desobedientes a Su Palabra en algunas áreas de nuestras vidas y que, por lo tanto, Su designio era que nuestra familia continuara indefinidamente viviendo en angustia y desesperación. Desistí de mis aspiraciones en esos momentos, me resigné a lo que creía que era nuestro destino cruel y con amargura decidí aceptar mi situación tan cruda como era.

- Publicidad -spot_img

ÚLTIMAS NOTICIAS

- Publicidad -spot_img

NOTICIAS RELACIONADAS

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre aquí