1 Reyes 16:31 “Y como si fuera poco el andar en los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal, rey de los sidonios, y fue a servir a Baal y lo adoró”
Bella por fuera, horrible por dentro. Era una mona vestida de seda. Porque a pesar de ser una princesa, su linaje no evitó que fuera malvada, egoísta y egocéntrica, perversa, idólatra y, sobre todo, instigadora a hacer el mal a quien quiera que se le cruzaba en su camino.
No escatimaba esfuerzo alguno en lograr lo que se proponía. Tenía a su servicio unos cuantos cientos de profetas falsos para que le dijeran lo que quería escuchar. Por algo comían de su mano, que, como los perros de Pavlov, obedecían al más mínimo tintinear de sus deseos.
Tenía una mirada que daba miedo. Hacía temblar al más valiente de sus soldados. Cuentan los estudiosos que le gustaba el placer carnal sin medida, fue por eso que instigó a su esposo, el rey de Israel Acab, a construir un templo a su Dios Baal para que fuera adorado por los herederos de Moisés en Samaria.
Según el Nuevo Diccionario de la Biblia, Jezabel nació aproximadamente en la primera década del siglo IX a.C. y murió por el año 841 a.C. En las tradiciones judías, Jezabel aparece como una mujer perversa que incitaba a su marido a cometer toda clase de impurezas sexuales.
Un día, uno de sus súbditos no quiso venderle a su consorte una viña cerca de su casa. Cuando ella vio triste al muy hijo de mami, y que se le había ido el hambre a causa del malestar que tenía por la negativa de aquel judío llamado Nabot, ella, con todo el desparpajo del mundo, le dijo que no tuviera pena, ella arreglaría sumariamente el asunto.
No te preocupes, le dijo, todo se arreglará y ese juguete que deseas será tuyo, pequeño mío. Y lo arregló. Mandó a matar al imprudente que se había atrevido a negarle un pedazo de tierra a su amado y pusilánime esposo.
Su final fue triste por supuesto. La tiraron desde una terraza cuando el pueblo abrió los ojos a la realidad y se dieron cuenta que estaban siendo gobernados por el mismo infierno. Una profecía había dicho que iba a morir desangrada y que los perros lamerían su sangre. Dicho y hecho. Sucedió tal y como lo habían profetizado hacia años atrás.
Yo me pregunto cuando leo estas historias de gente tan macabra como esta mujer: ¿Para qué están escritas estas historias que parecen tomadas de una película de Tarantino? ¿Qué utilidad pueden tener para nosotros hoy en día? Porque por supuesto que algo nos quiere enseñar la Escritura para haberla dejado allí. Y, como estudioso de la familia, encuentro una advertencia para nuestros miembros:
Maridos: Tengan mucho cuidado con permitir que la esposa tome las riendas del hogar. Es muy fácil caer en las garras de la confusión con tal que ellas estén contentas y no tenemos el suficiente carácter para enseñarles los caminos correctos del Señor. Recordemos que el hombre es el sacerdote del hogar. Es el representante de Cristo en la casa y por lo tanto, es responsable de lo que hagan o dejen de hacer sus miembros bajo su protección y cuidado.
Malaquías tiene una dura advertencia a los hombres que descuidan el trato hacia sus esposa. No estoy diciendo que ellas no tienen un don especial para saber discernir las cosas que atañen al hogar, pero recordemos que ellas son emocionales. Ellas se dejan llevar por lo que sienten y allí está el peligro. Es el esposo quien debe discernir si lo que su esposa está exigiendo o imponiendo viene del Señor o del Diablo.
No soy machista. Quien ha leído mis libros sobre el matrimonio o ha escuchado mis enseñanzas al respecto, saben que exijo que los hombres las traten como dice Pablo: Como vasos más frágiles, con cariño respeto y dignidad, pero también es cierto que dice que si ellas quieren saber algo respecto a la conducta cristiana, que le pregunten a sus esposos en casa. ¿Qué está diciendo Pablo?
Que es el hombre el maestro de su familia. Pero para eso se necesitan hombres de Palabra de Dios, no machos que griten y espanten o impongan su voluntad y anulen el libre albedrío de su esposa o sus hijos. El tema del matrimonio es complejo debido a la cultura machista que impera en nuestra sociedad, incluyendo la Iglesia de Cristo. No es un secreto que aún quedan pastores que le cierran la boca a sus esposa y solo ellos se abrogan el derecho de hablar con Dios y de Dios. No estoy de acuerdo. La esposa, bien enseñada, guiada y con una buena relación personal e íntima con Jesus, es capaz de saber aconsejar sabiamente a su esposo. Es capaz de hacer cambios en la vida mundana de su esposo y llevarlo ante la misma Presencia del Señor.
Jezabel no fue frenada. Con todo respeto, al rey Acab le faltaron pantalones para enseñarle a su esposa la Ley de Moisés, dado que él era oriundo de Israel, el pueblo escogido por Dios para enseñarle al mundo lo que Él espera de su creación.
Que este ejemplo tan tétrico de esta reina desenfrenada y casada con un miedoso de primera, sirva como ejemplo de lo que puede suceder en un matrimonio en donde el hombre no está cumpliendo su delicado papel de sacerdote.