Éxodo 2:6 “Al abrirla, vio al niño, y he aquí, el niño lloraba. Y le tuvo compasión, y dijo: Este es uno de los niños de los hebreos”
Amram y Jocabed eran esclavos en Egipto. La historia nos cuenta que Jacob y otras setenta personas llegan a Egipto en busca de alimento y cobijo. El hijo de Jacob, José, siendo el segundo en el mando del gobierno egipcio, les concede la tierra de Gosen para que vivan y se multipliquen. Allí empieza un periplo que termina en una espantosa esclavitud del pueblo de Dios que culminará con el Éxodo hacia una tierra que mana leche y miel.
Mientras tanto… nacen hijos. Hijos de hebreos en esclavitud. Uno de ellos fue Moisés. Hijo de Amran y Jocabed. Moisés nace con un signo, nace marcado por Dios para ser libre y libertador. Pero hay un problema: ¿Como hacer que un esclavo, con mentalidad de pobre, de miserable, de ser nada en una tierra de invictos y vencedores pueda llegar a ser un libertador? Para ser libertador primero se debe ser libre. Libre de opiniones, libre del qué dirán, libre de mente y de alma. Para llegar a la grandeza primero se tiene que aprender a ser grande.
Y eso es lo que tiene que hacer Dios para que ese niño nacido con el estigma de esclavo sea libre. Que crezca en un ambiente de libertad, de saber tomar decisiones, que aprenda a obedecer para saber mandar. Y empieza un proceso de cambio de alma y de mente: Hace que la hija de Faraón, Bithiah, egipcia, princesa y libre de todo signo de esclavitud lo adopte y lo lleve a vivir al palacio. Ese niño, marcado para la grandeza, tiene que aprender a vivir como un grande. Como un libre, no como un esclavo. Hay que sacarlo de ese ambiente de pobreza y de mentalidad de esclavos. La manera de lograrlo es que lo echen a las aguas del río y que la princesa ¡qué casualidad! salga a bañarse y que lo conozca. Y que lo ame. Y que lo eduque como su hijo. Que llegue a ser príncipe como ella. Que llegue a ser tan grande como su abuelo adoptivo el Faraón del país más poderoso de aquel tiempo.
Porque un pobre nace en la insignificancia. A medida que crece, aprende a través de la vida que no tiene valor y que sus opiniones en realidad no importan. Por lo tanto, cuando llega a ser rey, él es importante para el mundo que lo rodea, pero aun se siente insignificante en el reino que se encuentra en su interior. Consecuentemente, no observa sus palabras o el modo que se comporta. Es vulgar y corriente. No se educa, no se instruye y así, finalmente, destruye el Plan que Dios ha diseñado para su vida.
Muchos hombres y mujeres cristianos han destruido su familia, sus hijos y sus nietos porque son pobres y esclavos que han llegado a ser reyes y sacerdotes según el Señor. Pero no lo creen. Se niegan a vivir lo que Dios dice que son para vivir lo que ellos y los demás creen que son.
Moisés nació para liberar a los israelitas de la esclavitud. Él tuvo que ser criado en la casa de faraón para aprender a cómo ser príncipe y no tener una mentalidad de esclavo. Un líder que está en esclavitud internamente no puede libertar a aquellos que están en esclavitud externamente. Los primeros cuarenta años de la vida de Moisés fueron tan importantes como los cuarenta años que él pasó en el desierto.
¿En donde aprendió a mandar a esa enorme cantidad de gente en el desierto? En el palacio. Observando a sus abuelos, aprendiendo las formas, los marcos y los principios del liderazgo. ¿En donde aprendió a ser obediente a las órdenes de Dios en el desierto? En el palacio. En donde aprendió a obedecer a sus instructores. ¿En donde aprendió a hablar con Dios como se habla con un amigo? En el palacio, hablando con su abuelo el Faraón.
Ustedes, mis queridos amigos, mis apreciables amigas, están seguramente en estos momentos en algún palacio de enseñanza, en alguna iglesia, en un trabajo en donde reciben órdenes e instrucciones porque dentro de ustedes hay un gigante, un líder, una libertadora que muy pronto terminen su entrenamiento y serán llamados a cumplir la misión más importante de sus vidas a la que Dios les ha diseñado.
Pero para eso, primero tienen que aprender a dejar de ser pobres y esclavos mentales para convertirse en gigantes y libertadores del montón. Ustedes han nacido para la grandeza porque nacieron en el mismo Corazón de Dios.