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sábado, abril 27, 2024

La generación sin padre

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Malaquías 4:5-6 “He aquí, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del SEÑOR, día grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición”

Vivimos en lo que es probablemente una de las generaciones más huérfanas de padre en la historia del mundo.  Esto es debido en parte a que la gente opta por la cohabitación y el divorcio antes que por relaciones comprometidas.  

Hoy la gente está más preocupada por ganar dinero que por cuidar una familia.  Sin embargo, permanece de hace mucho tiempo una promesa que un viejo profeta articula mejor en su visión del futuro. Es Malaquías.  Este hombre supo desde hace casi 3,000 años la importancia de volver a unir a los padres con sus hijos en los últimos tiempos.  El vio la restauración de relaciones de pacto como las fuerzas que quebrantarían las maldiciones de nuestra tierra.  El avivamiento de estos últimos tiempos estará fundado tanto en la familia natural como en la espiritual.

La tierra está enferma porque las familias están enfermas.  Y las maldiciones son el costo doloroso y poderoso de los pactos quebrantados y ausentes.  Sé esto porque tengo el privilegio de visitar muchas congregaciones para predicar y veo cada vez más a hijos sin padres. Las iglesias están llenas de madres solteras sin un hombre a su lado que les acompañe en su caminar familiar, por ende, hijos sin un padre que les modele un estilo de vida masculino y varonil. Es por eso que andan buscando ídolos y ejemplos en el mundo en quien basar su identidad de varón o de hombres lo que los está llevando a una catástrofe sobre la hombría. 

El matrimonio es un pacto, pero muchos niños y jóvenes que nacen fuera de un pacto, productos de un momento de pasión o de una violacion,  o que experimentan que sus padres quebrantan un pacto mediante el divorcio, quedan marcados en su interior para vivir una vida de soledad e inadaptación social.  Hay otros niños que tienen papás y mamás que son padres como un hobby o como un trabajo secundario porque ellos están afuera persiguiendo “el éxito”.  Cuando las relaciones afectivas están ausentes en la vida de los hijos, otro mensaje se escribe en sus corazones, que no es amor sino más bien rechazo y abandono.  Esto les duele internamente.

Y en la iglesia pasa lo mismo. Los pastores engendran hijos espirituales para después dejarlos abandonados a su suerte, pero Jesus nunca quiso que engendremos cristianos sino discípulos, y un discípulo es alguien que aprende.  La necesidad de un discípulo es que alguien le enseñe.

¿Qué sucede con los jóvenes que no tienen padre espiritual?  La mayoría de ellos regresa al mundo de donde vinieron. Cuando se les quiere invitar a la iglesia responden: “ya probé y no funcionó”. ​

La paternidad comienza con el matrimonio.  El matrimonio se inicia a través del pacto.  El pacto está compuesto de tres facetas: Primero, significa un acuerdo que solamente se quebranta por la muerte.  Segundo: la naturaleza de un pacto es que aquellos que lo realizan mueren a sí mismos por el bien de su cónyuge.  Y por último, la gente que está en pacto se da el uno al otro el derecho a influenciar sus decisiones.  En otras palabras, el enfoque de cada miembro del pacto es: “Estoy en esta relación por lo que puedo darle a mi cónyuge, no simplemente por lo que puedo recibir de él”.

Una relación de parejas que conviven sn casarse dice: “Estoy en esta relación por lo que puedo obtener de ti.  Por lo tanto, estoy solamente en esta relación siempre y cuando me complazcas”.  La gente que convive sin estar casada frecuentemente se justifica diciendo que el casamiento es solamente un papel.  La verdad del asunto es que la falta de compromiso crea temor en un cónyuge  de que el otro se vaya, lo que lo motiva a hacer todo lo que sea posible para mantener al otro complacido.  En su interdependencia, la pareja no quiere realizar un acuerdo que dure para siempre porque quitará el elemento de inseguridad que usan para mantener a su cónyuge bajo presión para actuar.

Jesus tuvo doce apóstoles.  Siempre les dijo que uno de ellos lo traicionaría.  Asusta saber que los otros once hombres que vivieron, durmieron, comieron y ministraron juntos en poder durante tres años y medio no se habían dado cuenta todavía de que Judas era un traidor. Hizo milagros, participó en sanar y liberar a los endemoniados como cualquiera de los otros discípulos porque, de modo contrario su falta de poder hubiera sido una revelación total de que él era el traidor. 

Entonces, en la noche de la Cena Pascual, Jesus básicamente dijo: Lucas 22:19 “Este es mi pacto…”  Ni bien Judas se dio cuenta de que se requería un pacto, abandonó “el matrimonio” y se fue. Judas era un apóstol falso. Traicionó a Jesus con un beso porque buscaba la intimidad sin pacto (Lucas 22:47). El estaba en relación con Jesus por lo que podía obtener.  Cuando se dio cuenta de que Jesus iba a requerir que se sacrificara por Él, dio  la vuelta y se fue.  El no quería estar en una relación que le costara.

Eso es el divorcio: Uno de los dos no quiere servir al otro. No quiere morir por el otro. La realidad es que en su corazón nunca hubo pacto con su cónyuge que al final quedó abandonado o abandonada. Y en el medio, quedan los hijos sin padre. Es por eso que Jesus les promete: Yo te llevaré al Padre. Y los pone ante un pastor quien es padre sustituto hasta que conocen personalmente al Padre Celestial.

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