Mateo 19:20 “El joven le dijo*: Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía?”
El muchacho lo tenía todo: Religión, suficiente dinero, amigos influyentes, padres que le daban lo suficiente, herencia farisaica y muchas cosas más. Sin embargo, cuando se encuentra con Jesus se dio cuenta que algo le faltaba. No se sentía satisfecho con lo que la vida y su Dios le habían dado. Estaba tan lleno de todo lo que se puede conseguir por esfuerzo propio pero por dentro se sentía vacío.
Y aprovechando el encuentro que tiene con el Maestro, le suelta la famosa pregunta: ¿Que me falta? Siento que no estoy completo. Veo a tus discípulos que andan contigo todo el tiempo, viven sonriendo, alegres, libres de afanes, comparten sus cosas y no les da miedo quedarse sin nada. En cambio yo, Jesus, tengo todo lo que ellos podrían necesitar pero me siento vacío, siento que la vida que vivo no tiene sentido, he cumplido la Ley de Moisés, he caminado en los caminos según los maestros del Templo, creo que la santidad que me rodea es suficiente para satisfacer a los maestros de la Ley, sin embargo, cuando llego a mi cama y pongo mi cabeza en la almohada me doy cuenta que el día que termina ha sido un día estéril para mí, no ha dejado huella en mi alma y no estoy muy seguro de llegar a la Vida Eterna cuando termine mi jornada. ¿Que me falta?
Ah, dice Jesus. Tienes razón. Tu vida no tiene ningún sentido porque hasta hoy has vivido para ti, has pasado tus días y noches pensando que has logrado agradar a Dios con tus acciones, con tus conductas irreporochables, has cumplido lo que tus maestros exigen de ti, que quedes bien con sus enseñanzas, que vivas de tal manera que ellos se vean bien, que todos digan que has tenido buenos maestros, buenos tutores y que eres el ejemplo perfecto para que otros quieran escucharlos e imitar su estilo de vida impecable ante ellos mismos y sus discípulos.
Tú has sido la mejor publicidad para ellos. Tú has llevado sobre tus espaldas un cartel que dice “sigan a mis maestros”, mientras ellos se llenan de orgullo, vanidad y soberbia. Es por eso que te han enseñado a ser como ellos. Que aprendas a fingir que todo está bien dentro de ti, que tu vida ya se ha realizado con todas las cosas materiales que tienes, que basta con cumplir un par de mandamientos para que Dios se agrade de ti y te lleve al Paraíso.
Pero, ¿sabes que, muchacho? Te han engañado. Te han hecho un robot, un clon de ellos, de su hipocresía y falsedad. Te han enseñado que con vestirte de cierta manera agradas al Señor, te han inculcado que con cumplir ritos religiosos, con asistir al Templo cada sábado a ofrecer sacrificios, que con cantar unos cantos de memoria los domingos en la mañana, que tienes que pasar todo el día domingo en la iglesia escuchando sermón tras sermón y diciendo Amén! a todo lo que escuches, abandonando a tu familia, dejando sola a tu esposa, que ellos vean como se las arreglan porque tú ya has alcanzado el Nirvana y tu vida consagrada al servicio de Dios ya te apuntó en la lista de los que llegarán al cielo.
Te han engañado diciéndote que ganando otras almas ya tienes el cielo garantizado porque usan el texto que dice “el que gana almas es sabio” y te han mentido diciéndote que dejes todo menos tu ministerio porque eso es lo que Dios nos pide a todos. Es por eso que no te sientes lleno a pesar de todo lo que puedas tener y religión que cumplir.
Pero, ¿sabes que? Te saco un trato: Si dejas todo, si te deshaces de toda esa parafernalia social, si abandonas el estilo de vida del fingimiento y la falsedad, si le das a los pobres y quedas a la merced de Dios, yo te ofrezco algo diferente. …”ven, sígueme…” conmigo tendrás una vida de aventuras nuevas cada mañana, verás a los cojos andar, a los ciegos ver, tú podrás resucitar muertos, podrás experimentar vivir por fe en la Providencia del Padre, dependerás no de lo que tengas en el banco sino de lo que el Cielo derramará sobre ti y los tuyos, tendrás el gozo de compartir tu pan con el hambriento, vestir al desnudo y sanar enfermos. Lo que yo te ofrezco no son cosas que todos quieren y tienen, no, lo que yo te ofrezco es una vida pletórica que llena el alma, que satisface el espíritu y que pondrá una sonrisa en tus labios, tus ojos tendrán una nueva luz porque esa luz resplandecerá por dentro, tu esposa conocerá a un hombre verdadero, un hombre que deja todo lo material por alcanzar lo espiritual, tus hijos tendrán un padre amoroso porque ya no tendrá que fingir nada sino que de su vientre brotarán ríos de amor y sabiduría.
Conmigo quizá no tendrás una cama mullida, ni almohada donde recostar tu cabeza, pero te garantizo que tu sueño será grato porque no le deberás nada al mundo. Es posible que no tengas para cancelar algún impuesto terrenal, pero nuestro Padre enviará algún pez para que te entregue lo que necesites en el momento que necesites.
Mateo 19:22 “Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes”
Qué tristeza…¿no creen?