Siempre escribimos esta columna a fines de semana, para entregarlo los domingos por la noche. Pero hoy debemos hacer una excepción. Porque la emergencia lo requiere. Y porque nos hacemos eco de la lamentación antigua que es muy cierta: Así dice el Señor: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!»
El título no es una ironía. Refleja la filosofía de una sociedad, como la norteamericana que rebaja los requisitos para comprar armas de todo calibre en algunos estados. Y entonces aparecen los que desean tener un nombre en alguna parte y reparten balas, como si se tratara de obsequiar regalos…
“En 2022, hasta ahora, dos grandes masacres enlutan a la sociedad estadounidense: la de Buffalo, en la que un joven de 18 años asesinó a 18 personas, y la de Uvalde, Texas, en la que otro joven de 18 años mató a varios alumnos en una escuela. El 31 de mayo de 2019, 11 personas murieron en un tiroteo en Virginia Beach. El 7 de noviembre de 2018, doce personas murieron en un tiroteo en un bar de Thousand Oaks, California. En noviembre de 2017, 25 personas y un bebé en gestación fueron asesinados en una iglesia en Sutherland Springs, Texas. Un mes antes un hombre disparó desde un hotel de Las Vegas hacia los asistentes a un concierto y mató a 58 personas. En junio de 2016, Omar Seddique Mateen abrió fuego en un bar gay en la ciudad de Orlando dejando 50 muertos” (fuente cnn).
Cuando una sociedad se desensibiliza, la vida humana pierde su valor y puede ocurrir cualquier cosa. Por ejemplo, institucionalizar las matanzas. Y eso no se aplica solo a niños inocentes, sino a todas las personas, sin distingo de edad que comenzamos a sentirnos amenazados y miramos por sobre el hombro cuando estamos en espacios públicos.
La segunda enmienda a la constitución del país, dice que los ciudadanos tienen derecho a poseer armas. La razón de esto, tiene que ver con lo que existía en la época colonial (ratificada el 15 de diciembre de 1791) “Por ser necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien regulada, no se restringirá el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
La idea era tener a ciudadanos que se opusieran a cualquiera tiranía o dictadorzuelo que quisiera hacerse con el poder. Pero tal enmienda nunca se canceló. Y hoy pagamos las consecuencias.
Lamentamos lo sucedido y extendemos nuestra solidaridad a las familias que hoy sufren la pérdida de esos inocentes. Nos duele que nuestros políticos se aferren al poder y no quieran limitar la tenencia de armas. Y nos proponemos votar negándoles el voto a todos los que no quieran reconocer la realidad. Porque eso es también un derecho democrático y moral.
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)
