Mateo 23:23 “…y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley…”
Algo que ignoran muchos cristianos es que en las Escrituras hay una ley. Es una ley que se llama “la ley del mayor peso”. En consecuencia, dejan de cumplir lo que el Señor realmente desea que hagamos. Hacemos lo que está escrito y obviamos lo que no está escrito. Pero Dios dice que es su Gloria esconder algún asunto, pero que es honra nuestra descubrirlo.
Me gusta mucho y lo he aprendido de mis maestros, que no es lo mismo leer la Biblia que escudriñarla. Buscar entre ese terreno inmensurable lo que está escondido, esa gran perla que le da valor a todo el terreno según la parábola que Jesus nos contó. Me gusta ver ciertas frases que aclaran el concepto que se quiere enseñar y es entonces cuando el Señor ensancha mis territorios, como le pido todos los días en mis oraciones y que me guarde del mal de orgullo para que no me haga daño su revelación.
Así por ejemplo, cuando leo el pasaje de Génesis cuando Dios le dice a Abram que cuente las estrellas del cielo si puede, para cumplirle la promesa de darle un hijo, allí mismo está escondido el tesoro que hay que buscar. Abram trata de contar las estrellas pero “no puede”, porque son tantas, tantos millones que mejor decide creerle al Señor. Ese detalle ensancha totalmente lo que Dios tiene escondido para aquellos que no escudriñan sino solo leen.
De igual manera nos habla sobre los actos que hacen los escribas y los fariseos y lo entendemos cuando escudriñamos cuidadosamente los “ayes” que Jesus expresa contra ellos. Habían cumplido fielmente el diezmo, se jactaban de que hacían la Voluntad de Dios perfectamente y enarbolaban la bandera de la autojustificación haciendo sentir a los demás como ciudadanos de segunda clase. Tenían un alto concepto de ellos mismos al cumplir unos cuantos mandamientos pero habían dejado lo más importante.
Aquí Jesus aplica la ley de mayor peso. Antes de cumplir lo más fácil, debemos cumplir lo más importante y difícil. Veamos: …”la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas”
Si, el diezmo es importante porque nos abre las ventanas de los cielos. Malaquías lo dice claramente. Cuando diezmamos el Señor se compromete a bendecirnos en abundancia. Pero cuando cumplimos los mandamientos de mayor peso es un Honor el que le damos a Dios porque nuestro prójimo es beneficiado con nuestros actos. Es decir, antes que Dios sea alabado por nuestras ofrendas y diezmos, Él prefiere que amemos a sus hijos que son nuestros hermanos, que hagamos obras horizontales, que nos demos por el prójimo, que lo imitemos a él al morir a nuestro yo para beneficio de los que necesiten una muestra de amor que nosotros debemos darles.
¿Para quien es la justicia sino para aquellos que tienen menos que nosotros? La justicia es un fruto de la misma fe. Ser justo no es solo ser santo ni entregado al culto a Dios, ser justo sígnica que si yo tengo lo que mi hermano necesita debo compartido con él y no dejarlo ir, como dice otro escritor, con las manos vacías. En una palabra: no es justo que yo tenga más de lo que debo tener cuando mi hermano no tiene para su sustento.
¿A quien se le hace misericordia? A aquellos que caen en algún pecado y necesitan ser levantados, ayudados y sanados por su llaga. El pecado lastima a quien lo comete. Mi pastor me ha enseñado que cuando alguien peca contra Dios o contra sí mismo, queda herido, queda lastimado y sufre las consecuencias de su pecado. Entonces, ¿por qué terminar de herirlo con reproches, maldiciones y castigos? Es allí en donde se nos pide que dejemos el diezmo por un lado mientras le hacemos misericordia al que está sufriendo por haber cometido algún desagravio. Es momento de inclinarnos ante el caído y levantarlo del fango donde está siendo humillado, cubrirlo como al hijo pródigo y restaurarlo.
¿Y la fidelidad? ¿A quien debemos mostrarle fidelidad? No me digan escribas y fariseos hipócritas que es a la iglesia solamente. Que somos fieles cuando asistimos a cinco cultos dominicales para limpiar nuestras conciencias. No me digan escribas y fariseos que es al diezmo. Es también a nuestro prójimo…y nuestro prójimo más cercano es nuestra pareja. Son nuestros hijos. Es nuestra familia, no solo personal pero también espiritual.
Así que allí se los dejo queridos lectores: El mandamiento de más peso en este pasaje es precisamente lo que los escribas y fariseos habían dejado de cumplir por llevar la cuenta estricta de sus diezmos y jactarse que estaban siendo cabales. Jesus los descubre y les muestras su hipocresía.
¿No estaremos nosotros también cayendo en esto? ¿Que me dicen de los líderes que desechan a un pastor que cae en algún pecado y lo denigran, lo insultan y hablan mal de él en lugar de restaurarlo en silencio y con honestidad? ¡Ah!, pero el domingo se para frente al púlpito y lleno de orgullo predica sobre el amor, la misericordia y la justicia. Irónico, ¿verdad?