Proverbios 31:10 “Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas”
Bueno, seguramente voy a caer mal a alguien a quien la mujer no tiene más valor que un maniquí de vitrina. Hoy la mujer está tan desvalorizada que estamos presenciando un abandono de los roles femeninos y masculinos en nuestra sociedad.
Hay un rechazo profundo en las nuevas generaciones de mujeres a causa del estereotipo al que han sido inducidas, tanto que han perdido mucho de su feminidad. Hay mujeres, con todo respeto, que están tan llenas de tatuajes que me pregunto cómo será besar la piel de una señorita o señora con esas marcas en su cuerpo. La mujer ha perdido mucho de su belleza a causa de la industria de la moda, lo que la ha hecho abandonar su importante papel que se llama la maternidad. Hoy, tristemente, las mujeres se niegan a procrear hijos. Esta nueva generación de señoritas, al casarse, se niegan a quedar embarazadas por temor a perder su figura o lo que ella cree que es más importante: Su presentación ante la sociedad.
Y es que han sido moldeadas poco a poco por sus mismos padres que les enseñan que una buena figura, una educación universitaria y un buen trabajo es lo verdaderamente importante en la vida, amén de conseguirse un buen esposo que la llene de lujos extravagantes y cosas materiales.
Estamos ante un problema femenino para la próxima generación. Es la falta de mujeres fuertes. Mujeres al estilo de Proverbios 31 en donde la madre de Lemuel le da el perfil de la mujer que debe buscar para casarse. Esas palabras de esa madre a su hijo contrastan enormemente ante el perfil de lo que estamos viendo hoy en día. Mujeres que se niegan a cocinar, cuidar la casa, y dedicarse al hogar por buscar el éxito fuera de su verdadero rol que Dios le ha dado, el de ser una ayuda para el hombre. Sí, es ayuda, pero porque le ayuda a pagar la casa, los gastos y sus propias necesidades. Pero eso no fue lo que Dios diseñó para ellas. Lo que el Señor le dijo a la mujer va mucho más allá de ganarse unos dólares para ayudar financieramente a su hombre. La mujer le está fallando a Dios y a su esposo, por ende, a sus hijos. Si es que los va a tener, porque lamentablemente hoy, ellas prefieren criar perros falderos que un hijo que mame la leche de sus senos.
Una mujer fuerte es aquella que camina en la identidad que Dios le ha dado, que no se ve afectada por la imagen mundial del papel femenino o la presión social para adaptarse a una versión reducida de ella misma. Hay mucha presión de grupo en el mundo para que la gente se convierta en una copia de alguien, en vez de ser una versión original de sí misma.
Me contó alguien que visitó Taiwán hace poco que mientras caminaba dentro de un centro comercial, observó que en las vitrinas de los grandes almacenes de ropa femenina, no habían maniquíes de mujeres taiwanesas. Todas eran de mujeres americanas, con ojos azules, pelo rubio, piel bronceada y cuerpos perfectos. Las mujeres asiáticas no tienen cabello rubio, tienen cabello negro. Y sus rostros tienen rasgos muy distintivos. ¿Que estaban haciendo estos vendedores de modas? Estaban caracterizando una imagen de cómo, supuestamente, debe lucir una mujer hermosa. El único problema es que las mujeres asiáticas no eran como esos maniquíes y nunca lo serán. Estoy seguro de que el mensaje subliminal era: “Si usas esta ropa, te convertirás en una hermosa mujer blanca, con cabello rubio, ojos azules y cuerpo perfecto”.
Esto que me contó mi conocido, me hizo escribir este artículo porque me doy cuenta que no hay que ir a Taiwan para ver de cerca lo que la industria de la moda ha hecho con nuestras mujeres latinas y específicamente, salvadoreñas. Porque también en nuestros centros comerciales están los maniquíes con figuras altas, hermosas, con un perfil griego que todas desean solo con ponerse unos pantalones rotos, blusas que enseñen el ombligo, que se pongan colores en el cabello y se tatúen las cejas. Damas: eso es un descarado irrespeto por la belleza de una raza diferente. Los maniquíes personifican la lucha que las mujeres y los hombres tienen en todo el mundo: a todos se nos presiona para que seamos alguien más. Personalmente me frustra, como pastor y padre y ahora abuelo por la presión que existe hacia la mujer especialmente para que cumplan las expectativas que otras personas tienen sobre lo que ellas deben ser y cómo deben comportarse.
Creo que va siendo hora que nuestros púlpitos enseñen a sus miembros tanto mujercitas como hombres, que hemos sido creados a la Imagen y Semejanza de nuestro Dios y no imagen y semejanza de una figura plástica de los publicistas que solo quieren vender sus productos…aunque todos se frustren al no conseguir lo que según ellos van a conseguir. Y, disculpen si sueno vulgar pero recordemos el dicho: La mona, aunque se vista de seda, mona se queda.