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viernes, abril 26, 2024

¡Qué viene el lobo o la recesión!

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Todos los índices económicos parecen alertar de una recesión que se acerca a pasos galopantes para el último trimestre de este 2022 o a principios del 2023.

Las razones son múltiples:  la desvalorización de las monedas locales, o lo que es lo mismo, la inflación que dispara los precios de todos los productos, especialmente los alimentos; el menor empleo ya que las empresas comienzan a “racionalizar” sus gastos, lo cual lleva a las frías cifras de un aumento en el desempleo; la menor producción de bienes de consumo (alimentos del agro; producción de los lácteos y sus derivados; altos precios de los combustibles, lo que lleva a mayores tarifas en el transporte público, la producción de electricidad, etc.

¿Podemos culpar a Rusia, una vez más ante la guerra que sostiene con Ucrania? ¿O culpar a los países árabes productores de casi todos los combustibles que utilizamos para cocinar o calefaccionar nuestras casas?

¿Y por qué no culpar también a Rusia ante la escasez de granos (arroz, frijoles, soya, trigo) cuya carencia comenzamos a notar en los almacenes distribuidores de estos productos y los supermercados de los cuales nos surtimos?

Otro elemento a culpar: la pandemia que nos obligó a quedarnos en casa por casi dos años, abandonando empleos y medios de producción. Y por qué no, culparnos a nosotros mismos por el afán consumista que nos lleva a comprar todo lo que se ponga en oferta, aunque no lo necesitemos.

Si miramos a todos los factores antes expuestos, creemos que existen las condiciones para lo que hoy se llama “una tormenta perfecta”. Y nos tememos que el dicho aquel, basado en el cuento infantil “¡qué viene el lobo!” se puede aplicar perfectamente ante la recesión que parece estar tocando a nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer nosotros, simples ciudadanos que pagamos impuestos en cada producto que compramos? Quizá ahorrar lo que se pueda, para enfrentar un futuro nada prometedor de cosas buenas. Limitar el consumo de cosas no esenciales. Evitar endeudarnos en tarjetas de crédito, cuyas tasas de interés se disparan cuanto pueden y cuando pueden.

¿Qué pueden hacer los gobiernos que recaudan nuestros impuestos? Limitar los gastos innecesarios y disponer de un fondo solidario que vaya en auxilio de los pobres y más necesitados, que son los que siempre sufren las consecuencias de esos vaivenes de la economía, que nos tememos, son producidos por los grandes barones dueños de los capitales y que siempre ganan en los momentos de crisis.

En otra oportunidad -probablemente en el comienzo del conflicto ruso-ucraniano-, nos referimos a la cabalgata de esos cuatro jinetes que cabalgando en los cuatro caballos de distinto color, traían calamidad y desastre sobre la humanidad. Hoy, nos tememos que ya podemos oír los cascos del caballo del hambre que se acerca raudo para probarnos, una vez más. ¿Estaremos preparados para esa emergencia?

(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)

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