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jueves, noviembre 21, 2024

La Maldición de la Procrastinación

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La procrastinación es dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. 

Es decir, postergar tareas importantes que incluso están fechadas o calendarizadas para ser realizadas. 

Posponer para después lo que debería de hacerse hoy acarrea un tremendo retrasó del destino. 

Recordemos que Dios nos dice en su palabra que debemos redimir el tiempo, sobre todo porque los días son malos. 

Y es que la procrastinación se vuelve un habito frecuente en la vida de aquellos que se conforman con poco, y que están adaptados al estancamiento rutinario de su vida. 

Lo que es prioritario no se debepostergar, posponer ni retrasar. 

Por eso mismo, muchos llegan tarde a sus metas y no logran tener el efecto deseado. Y cuando llegan ya otros se están comiendo la mitad del postre que les tocaba por derecho. Simplemente por postergar. Y es que la mayoría procrastina sus tareas y proyectos debido a un miedo disfrazado. La verdad es que no desean afrontar la cuesta que deben haber iniciado a subir hace mucho tiempo. 

Esos sentimientos de incapacidad hacia los desafíos de la vida, paralizan el avance continuo y progresivo de aquellos que pudieran ser personas extraordinarias. 

Así que la procrastinación se ha vuelto su constante adicción y su más grande maldición. 

La enemiga de la procrastinación en la diligencia. 

Y eso se refiere a realizar las tareas con un sentido de urgencia con la intención de cada vez incrementar la producción adelantada de resultados. 

Las mejores maneras de salir del ciclo interminable de la procrastinación son las siguientes: • La organización.• El respeto a la agenda diaria.• Una calendarización comprometedora.• Dominio propio.• Tener una sola palabra, no ser inconstante, de doble ánimo, o bipolar con las decisiones tomadas sin importar las circunstancias difíciles o gozosas que se vivan. • Cambiar el ocio por el oficio.• No adaptarse al estado normal de los demás. • Ser un inconforme.• Buscar siempre la excelencia.• Conectarse con alguien para rendir cuentas. 

La procrastinación se encuba con la pereza, las excusas, los pretextos y el testimonio de una aparente experiencia.  Es decir, que el procrastinador a menudo expresa: “Este día mejor no haré esto, de todas maneras, yo sé que salgo a tiempo con todo”.  

Regularmente la postergación de tareas y responsabilidades traen consigo mediocridad. 

Nunca el aplazador de proyectos será reconocido como excelente. 

La palabra de Dios nos dice que no podemos decir mañana haré esto o lo otro porque el mañana no es nuestro. 

Cada día es una oportunidad que solo los responsables la pueden aprovechar al máximo. 

A muchos la procrastinación los tiene estacionados en tiempos que hace mucho hubieran transcurrido, pero por cada “Mañana lo haré” el mañana nunca llegó y cuando pensaron que llegó la fecha ya estaba vencida. 

Si abandonamos la procrastinación y luchamos contra ella todos los días, veremos resultados mayores de los programados, y enamorados de la diligencia avanzaremos a una caravana de éxitos inimaginables. 

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