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viernes, abril 26, 2024

Que la luz que ilumina nuestro camino ilumine el de ellos

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La Iglesia Cristiana Evangélica siempre se ha caracterizado por ser institucionalmente una organización enfocada en el vínculo, por una parte, de una relación cercana con Dios, y por otra de armonía con sus miembros, aunque a veces se desarmonice entre los mismos, es parte del manejo de una relación, esa koinonia, esa manera de comportarse cada grupo, muy similares a pesar de su tamaño, en ocasiones más grande, en otras más pequeño, pero siempre parecidos en la forma de actuar. El apóstol Pablo en repetidas ocasiones a través de sus epístolas recomienda y anima a las personas a mantenerse (permanecer). 

Las dos grandes guerras del siglo XX trajeron un periodo de transición, posterior a la firma tanto del tratado de Versalles como de la rendición nazi, y la rendición japonesa, en cada caso al mundo le llevó de cinco a diez años interpretarse a sí mismo para una siguiente etapa. La pandemia del Covid-19 es más que todos estos acontecimientos aquí citados juntos, ha sido el único fenómeno global en la historia reciente de la humanidad, pasarán varios años antes de dimensionar e interpretar todos los efectos. A pesar de esto podemos expresar que la iglesia ha sobrevivido y hay cambios que son inevitables e irreversibles, si estamos esperando que las cosas vuelvan a ser como antes, nos vamos a quedar esperando hasta el último día, poque nunca volverán a ser como antes, es muy probable que cada vez existan más diferencias. 

Al inicio de la pandemia la iglesia vio como oportunidad de sobrevivencia transmitir sus mensajes por medio de redes sociales, durante los 6 meses que la iglesia estuvo cerrada en sus localidades. Sin darse cuenta que esa forma de hacer las cosas que solo obedecía a un mecanismo para salir adelante en esa etapa, iba marcar el camino para algo que llegó para quedarse, la virtualidad, que está basada en la idea de producir un efecto en algo no presente, no tangible, pero operante como tal, una realidad construida mediante sistemas digitales, está ya implícita en la esfera eclesial. No nos queda más que preguntarnos ¿Cómo podemos verter la esencia espiritual en este mundo que ha traspasado nuestra cotidiana forma de hacer evangelio? Y pareciera ser que la respuesta a esta interrogante tiene por nombre: “Iglesia digital”.

Iglesia Digital pueden ser ministerios efectivos a través de la interconexión (en todas las plataformas existentes), cumplen una función. Para algunos los métodos tradicionales de hacer iglesia quedarán como elementos obsoletos, mientras que para otros seguirá siendo la respuesta de presentar el evangelio a las personas, y aunque esto planteéaparentemente una disyuntiva, no existe tal contradicción, porque esto es normal es un periodo de transición, sin embargo, es inevitable que emerjan nuevos liderazgos orgánicos en una nueva manera de hacer iglesia, no de forma implantada, sino de forma natural para estos nuevos predicadores. El modo presencial de hacer iglesia está ahí y seguirá estando, pero hoy tiene que aprender a coexistir, entrelazándose por el mismo fin, como eventos paralelos desarrollándose frente a nosotros. 

No pertenezco a esa generación orgánica, aunque trato de ser vanguardista, no creo que corresponda a mí generación el querer plantar esa semilla, sino que le toca a alguien que haya nacido en ella, el temor a Dios y el respeto que su palabra enseña deben estar presentes en ambas modalidades. 

Dejo una interrogante para meditar: ¿Cómo se hace para que la palabra de Dios que es la fuente de toda revelación trascienda de los individuos que hoy en día la predicamos a los individuos que tendrán que predicarla mañana?

Mi generación está obligada a buscar a toda costa escuchar la voz de Dios para que esta nueva generación encuentre el camino, porque un día un pollino fue el medio, después las casas, luego los templos, después la reproducción de la Biblia, después introducir el evangelio por cada continente, después la televisión, después los satélites, y de repente el medio pasó a ser las plataformas digitales.  

No se trata de estar en redes sociales para tener estilo, no se trata de estar en todas las plataformas para ser relevantes, se trata de asumir con responsabilidad este nuevo tiempo para que la luz que nos ilumina a nosotros, sea la misma que les ilumine a ellos para su largo camino que apenas comienza. 

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