Marcos 5:18-19 “Al entrar Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara acompañarle. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo*: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti”
Bueno, la verdad es que no todos quieren a Jesus. Ni cerca ni lejos. Muchos son indiferentes a la oferta de la salvación que él ofrece. Claro que es una pena porque los cristianos quisiéramos que todos, como dijo Pablo en aquel juicio, fueran como nosotros, pero eso no es posible.
Y claro que Jesus, como todo un caballero que es, no obliga a nadie. Él ofrece, ¿no quieren? no hay problema, es decir, no hay problema para él pero si para aquellos que no quieren. Pero eso ellos no lo saben. El otro problema es que porque algunos no lo quieran eso no significa que otros si lo deseen. Y eso es lo que vemos en la historia del gadareno.
Como Jesus sabía que su Palabra nunca iba a regresar vacía, dejó siempre una manera de hacer llegar su Reino a todos los lugares donde él deseaba hacerlo. Pero cuando no se lo permitían a él, siempre dejaba un embajador, un representante para que por lo menos los familiares supieran quién había hecho un milagro. A eso le llamamos que somos sus representantes. Es decir, queda sobre los que hemos conocido su Misericordia que llevemos esa noticia al lugar a donde él nos envíe.
En este caso, el gadareno ha sido liberado por Jesus. Estaba lleno de demonios que le estaban destrozando la vida. Al pobre hombre lo golpeaban y lo obligaban a hacer cosas que se salían de toda lógica humana. Vivía en un cementerio y las almas caritativas, quizá su esposa o algún familiar le llevaban su comida. Claro que con el tiempo, el sol y los bichos, ésta se descomponía rápidamente, así que ya puede imaginarse como van los tiros.
Cuando los diablos salen de su cuerpo, le piden permiso que les deje entrar en unos cerdos que, como dicen algunas personas, “pasando iban”, éstos fueron más listos que el hombre porque antes que ellos se volvieran como él -disculpe la paradoja-, prefirieron tirarse al mar y se ahogaron. Ahora Gadara ha quedado libre de ese flagelo porque como los demonios necesitan un cuerpo donde habitar y ya no había donde hacerlo, pues se ahogan y asunto resuelto. Bueno, por lo menos lo referente a los ayudantes del Diablo.
Pero ahora Jesus tiene otro problema que resolver: Todo el dinero que se perdió a causa del ahogo de los cerdos. Eso no les gustó a los dueños de la industria de chorizos que se hacían en aquel lugar. Y se desató la de San Quintin.
Porque los demonios le piden a Jesus que les deje permanecer en ese territorio viviendo en los cerdos, pero los dueños de los cerdos le piden que se vaya él. Jesus no se defiende contra esa expulsión, porque la vida, la salvación y el Reino de Dios no se imponen, solo se ofrecen, los demonios, en cambio, habían impuesto su dominio de muerte. Ellos no pidieron permiso para permanecer en ese lugar y los potentados los aceptaron. Ahora la fuerza del amor ha roto el círculo diabólico del poder opresor, pero no puede romper la resistencia de los hombres apegados a sus bienes.
Así que aquí vemos el enorme poder que tiene la riqueza material. Es más fácil que los ricos acepten a las tinieblas que los oprimen y los matan que la Luz de la Verdad que los libera. Por eso le piden a Jesus que se vaya de su lugar. No quieren perder más cerdos aunque estén llenos de demonios. Jesus pone en peligro siempre las posesiones materiales de quienes han decidido seguirle. Ellos no quisieron la oferta de la Salvación. Su pasión era lo material.
Y ahora, muy educadamente, Jesus se retira de allí, pero no se va del todo, cuando el liberado le pide que lo deje ir con él en su misión, Jesus le dice que no. Porque el hombre liberado será ahora su presencia: por eso no lo acepta en su compañía, porque ha de ser su mensajero, su representante y su embajador en ese territorio del que se le expulsa. Porque la instrucción para el exendemoniado que todos conocían, ahora se ha vuelto la Voz de Jesus. A donde quiera que iba contaba lo que Jesús había hecho. Todos aquellos que le preguntaban cómo habían sucedido las cosas, inevitablemente salía a relucir el Poder y el Amor liberador de Jesus.
Y ese es el papel que jugamos ahora nosotros. Quizá no estuvimos “tan” endemoniados como el señor aquel de Gadara, tal vez no, tal vez si, pero el asunto es que donde no quieren que Jesus entre, nos envía a nosotros a hablar por Él. El asunto es si lo estamos haciendo o nos estamos quedando callados cobardemente sin dar el testimonio que Jesus ha hecho una Obra maravillosa en nuestras vidas para que otros sepan que Jesus no es religión, Jesus es el Hijo de Dios, que es nuestro Salvador y Redentor.