1 Reyes 18:39 “Cuando todo el pueblo lo vio, se postraron sobre su rostro y dijeron: El SEÑOR, Él es Dios; el SEÑOR, Él es Dios”
A más de algún teólogo de la vieja escuela le asustará este título. Si, le va a hacer creer que he caído en apostasía y seguramente me juzgará por lo que está escrito en el encabezado, pero si continúa leyendo se dará cuenta de lo que trato de plasmar en esta ocurrencia de hoy.
Y es que para nosotros los evangélicos todo es satanizado, como dijo el fundador de Vox Dei, Estuardo Meza, director del grupo atrevido a romper paradigmas originarios de Argentina.
Hemos caído en el error de menospreciar a otras personas que no adoran ni predican lo que nosotros adoramos y predicamos. Los evangélicos somos gentes racistas y tan racistas que entre nosotros mismos no nos aceptamos. Es por eso que los no creyentes en Cristo no quieren saber nada de nosotros. Lo satanizamos todo, incluyendo a los que no van a nuestra iglesia. Si van a otra, no son cristianos. Si no se visten como nosotros, no son cristianos. Solo nosotros somos hijos, los demás son entenados o nietos de Dios. Tremenda barbaridad. Pero, como dicen en los círculos sociales, eso tenemos y ni modo. Si la vida nos da limones, hagamos limonada.
Me viene esto a la mente porque mis profesores de Doctorado me han enseñado a respetar a mis vecinos no creyentes porque según ellos -al igual que estaba yo antes de venir a la Luz de Jesus-, lo que ellos adoran es verdad. Es por eso que cuando un evangélico les toca la fibra de sus creencias, de sus ídolos y especialmente a la mamaíta de Jesus y de ellos, brincan a la primera mención de esto y se cierran totalmente a la Verdad del Evangelio. Todo porque no hemos entendido que para ellos sus dioses y sus ídolos son verdaderos. ¿Acaso no era eso lo que nosotros creíamos antes? Y me atrevo a decir “antes” porque doy por sentado que ya que hemos encontrado la Verdad nos hemos alejado de ellos aunque tengo el don de la sospecha de que muchos que dicen adorar al Señor de los cielos, todavía celebran sus fiestas de navidad que es pagana, van a los cementerios a enflorar que es paganismo, celebran sus fiestas lares que también es paganismo. En fin, para que seguir poniendo el dedo en llagas y ganarme uno que otro insulto.
El asunto es que incluso para la Iglesia evangélica que participa de estas cosas, no duda en satanizar a los que no quieren o no pueden aceptar a Jesus como su Señor. No los comprendemos porque nos hemos vuelto legalistas y extremistas a la hora de predicar o ganar almas. Hemos olvidado de donde venimos, como dijo Jesus que no hiciéramos.
Elías no era como nosotros. Era tan diferente que si viniera hoy a nuestras congregaciones lo sacaríamos por hereje. ¿Por qué? Porque ¿a quien se le ocurre retar a los dioses que aquellas gentes adoraban? ¿Como se le ocurre a este gran profeta del Dios Verdadero que los adoradores de Baal hicieran sus altares, se sajaran y danzaran hasta el cansancio con tal de provocar un milagro que Baal hiciera descender fuego sobre sus sacrificios? ¿En verdad, Elías, tú crees que sus dioses son reales? ¿Por qué en vez de retarlos no te pusiste a reprenderlos como haríamos nosotros? No te entendemos Elías, sinceramente nos confundes.
Aquí esta la cuestión: Para los adoradores de Baal y toda su galería de dioses, para ellos no eran falsos. Eran sus creencias. Eran la base de su existencia, eran sus proveedores de la lluvia como el Dios de las Tormentas que adoraban en sus Montes Altos, para esas personas sus dioses eran sagrados como para los romanos su César era divino. Y Elías los respeta. No es que respete a sus dioses falsos, los respeta a ellos, a los habitantes de esas tierras que tenían por dioses a los mismos demonios pero que para ellos eran poderosos.
Elías obedecía lo que sus maestros le habían enseñado: Respetar las creencias y los dioses de los paganos, uno de ellos había enseñado: “Nunca insultes a ningún dios”. ¿Por qué? Porque los demonios también tienen poder. No te metas con ellos. Respetalos como hizo el ángel aquel del Sinaí que no se atrevió a reprender al demonio.
Años después, el Apóstol Pablo, escribiendo a los corintios que también habían sido adoradores de sus propios dioses, les dice esto: 1 Corintios 8:5 “Porque aunque haya algunos llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra, como por cierto hay muchos dioses y muchos señores…” Pablo nos está enseñando: Las personas que vienen del paganismo están seguros que lo que ellos adoran es verdadero. Pero tanto Elías como Pablo terminan la cuestión confesando: “El SEÑOR, Él es Dios; el SEÑOR, Él es Dios”. Sí, hay muchos dioses y señores en el mundo, pero solo un Dios que está sobre todo y sobre todos. Sí, hay muchos dioses y señores, pero NUESTRO DIOS ES EL ÚNICO DIOS Y SEÑOR.
Esa es la cuestión: Si, para ustedes, sus dioses y señores son verdaderos, pero resulta que solo nuestro Dios es Dios. No hay más.