Hay cicatrices que nadie ve…
Lagrimas que no mojan…
Heridas que no sangran…
Sangre que no mancha…
Y gritos que nadie escucha…
El lenguaje de tu historia, va más allá de lo que otros ven.
Hay cosas que, aunque no se vean, pero existen.
Dios conoce el significado de tus suspiros, y el lenguaje de tus pensamientos.
La sustancia de tus lagrimas y los lamentos de tu alma.
También sabe escuchar las sonrisas de tu fe, cuando crees a pesar de las imposibilidades y las puertas cerradas.
Así que no creas que todo eso es extraño, sino que siempre recuerda:
Que hay cicatrices que nadie ve,
Lagrimas que no mojan,
Heridas que no sangran,
Sangre que no mancha,
Y gritos que nadie escucha.
Recuerda siempre que el lenguaje de tu historia, va más allá de los que otros ven.
Aunque no se vea, la presencia de Dios siempre estará contigo.
Aunque no califiques,
Aunque no seas digno,
Aunque siempre te equivoques,
Aunque todos te dejen,
Aunque todo este oscuro,
Aunque Dios parezca distante,
Y aunque sientas que todo se acabó: Dios está a tu lado.
La garantía de que Dios sigue oyendo tus oraciones y entendiendo tus suspiros es absoluta.
No es con base a lo que sientas sino a lo que te prometió.
Dios puede ver las cicatrices que nadie ve en tu alma, pero aún duelen un poco a pesar del tiempo. Cicatrices que cuentan cada capitulo de tu vida. Marcas que cuentan experiencias trágicas, pero que lograste superar. Y ahora estas aquí. Con una mayor madurez. Adquirida por los golpes y deslizones.
Si haz estado llorando por dentro, y piensas que nadie lo sabe. Recuerda que hay alguien que esta enterado de tu llanto silencioso, el cual es Jesucristo.
Él es el único que oye los gritos que nadie escucha.
A veces caminamos así. Sonriendo por fuera, pero gritando por dentro.
Cuando tus cargas son muy pesadas, y las salidas desaparecen.
Es allí donde entra en escena su presencia.
Tan suave como un silbido apacible, y tan cálido como un fuego envolvente.
Esta noche puede ser diferente para ti.
Aunque nadie lo vea. Tuuuu si lo veras manifestarse en tu vida.
Ora, clama, gime, intercede por otros, aunque ellos no lo vean ni lo sepan.
Ofrenda, siembra, comparte y bendice, aunque no lo vean ni valoren.
En lo secreto te fortalecerá Dios y luego te recompensará en lo público.
La fe es invisible, pero visibles son los milagros que provoca.
Como invisible es la cosecha oculta en la semilla, invisibles son los milagros que en la eternidad ya fueron preparados para ti.
No porque no los veas, no vendrán.
Recuerda que fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Así que, aunque no se vea, tu sanidad ya está.
Aunque no se vea tu próxima victoria viene de camino.
Aunque no se vea Dios tiene el control de tu destino.
Cree en lo invisible y actívate.
Activa la facultad de tu fe y recibirás lo increíble por creer en lo invisible.