Mateo 25:21 “…en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré…”
Muy bien… se nos termina un año más. Dentro de unas pocas semanas entraremos al año dos mil veintitrés. Muchos se estarán preparando para comprar sus cohetes, canchinflines y ametralladoras para quemar todo ese dinero en las noches previas al encuentro del año nuevo.
Si, todo será algarabía una vez más. Licor, uvas manzanas y comidas tiradas a la basura porque es tiempo de ir a comer hamburguesas pero que los niños tiren la cebolla, la lechuga y el tomate que no les gusta. También será un tiempo para comer pizza, mucha pizza pero dejando la orilla que se hace masa en la boca y tiene un sabor feo. También a la basura.
Al fin y al cabo que en estos días sobra el dinero. Hay que darse un gusto de fin de año. Que la nena al fin pueda hacerse el tatuaje que tanto deseó este año que está pasando. Que el nene de 20 años pueda llevar a su novia a cenar a casa y si le agarra la noche, que se quede a dormir con él, de todas maneras, como es evangélico, no creemos que pueda hacer “algo” que no se debe hacer porque sabe que es pecado. Además nosotros los padres, somos amigos y hermanos de los papás de ella y nuestros hijos son miembros de la banda de alabanza de la iglesia. Ella es la voz líder y canta rebonito. Tiene un falsete que para que les cuento.
Así que así estarán las cosas por allá en Diciembre en donde todo será alegría. Nadie piensa en el futuro. Nadie piensa que la cebolla, la lechuga y las orillas de la pizza que se tiró a la basura en enero harán falta en la cocina. Nadie piensa que por allá en febrero la cintura de la novia del hijo que se quedó a dormir la noche de la fiesta de fin de año, ahora como que se está poniendo redonda. Sin duda está empachada de tanto pan con pavo. Nadie cree que la naturaleza está siguiendo su curso normal y que un renacuajo llamado esperma logró penetrar en su organismo y sin darse cuenta empezó su ciclo evolutivo. No, ni lo quiera Dios porque sus papás van a poner el grito en el cielo. Recuerden que aún no se ha graduado de la Universidad.
Y si así fuera, hay que empezar a tomar cartas en el asunto. Habrá que preparar pasaporte, visa y boleto para enviar al zángano, digo, al hijo consentido, a los USA para que sus primos le den posada para evadir la responsabilidad, porque el chichí no tiene como hacerse cargo de ese encargo. Además tiene que terminar sus estudios teológicos para que llegue a ser pastor.
Así se manejan por estos lares las cosas. Nada ha cambiado en la mente y la cultura de muchos paisanos que comparten con nosotros este espacio de tierra que se llama El Salvador. Lo mismo de siempre, como los políticos, lo mismo de siempre. O, como decía mi mamá: la misma yegua con diferente montera.
Y es que nadie se prepara para cambiar el estilo de vida. Nadie se preocupa por hacer un inventario de sus vidas al terminar un año más y decidirse a hacer algunos cambios drásticos a veces, para ir al siguiente nivel. La mediocridad financiera, social y habitacional no es culpa de los gobiernos. No, es culpa nuestra. No somos previsores. Gastamos más de lo que ganamos y derrochamos los bienes que el Señor nos ha confiado en bagatelas que en nada nos ayudan.
Uno de mis maestros me dejó una frase que me gustó y no olvido: No tenemos la culpa de haber nacido pobres, pero sí tenemos la culpa de seguir igual. Es decir, como hijos de Dios, él nos ha entregado talentos a cada uno. A uno le dio cinco, a otros les ha dado tres y a muchos nos ha dado solo uno. Pero la pregunta a esto es: ¿que hemos hecho con esos talentos? ¿Fuimos responsables en multiplicarlos como nos enseña la parábola de Jesus? ¿O fuimos negligentes y descuidados y nos dedicamos a fingir una espiritualidad que no fue sincera y trasparente delante de nuestros propios ojos? Sería bueno hacer un inventario interno, pero un inventario crudo, pragmático y profundo de qué tanto avanzamos este año que termina. Cuánto crecimos, cuantos hábitos cambiamos internamente, si fuimos mejores personas, mejores cristianos y mejores cónyuges. Si nos dedicamos a dejar pasar el tiempo o lo aprovechamos en producir más y mejores frutos para nuestro Dios y nuestro matrimonio. Si leímos más la Biblia, si hicimos más bien a nuestros semejantes o nos dedicamos a vivir la vida loca como cantó alguien que todos conocemos.
El Señor viene pronto. Y nos hará las preguntas de rigor. ¿Qué hiciste con el talento que te confié? ¿Creíste que era tuyo y por eso lo desperdiciaste? ¿Como pretendes que te dé lo tuyo si no fuiste fiel con lo ajeno? ¿Como esperas recibir más de Mi este año que empieza si el que termina acaba con irresponsabilidad e infidelidad hacia mi?
No Iglesia, no pretendan que los ponga sobre muchos bienes porque ustedes saben que no fueron fieles con lo que se les confió el año pasado. Lean bien la Escritura porque allí encontrarán las respuestas del por qué no prosperan. Así de sencillo mis amigos.