El mundo ya no es lo que la tradición manda. Se dan situaciones y personas que nos obligan a una reinterpretación de los hechos. Y todo sucede a mucha velocidad. Casi que no nos da tiempo para reflexionar ya.
Se dice que, en el conflicto de Rusia y Ucrania, se podrían utilizar “bombas sucias”. Bomba sucia es un término reciclado que actualmente se utiliza para denominar a los artefactos explosivos que diseminan elementos radiactivos en la atmósfera. Se considera que los mayores efectos inmediatos que provocaría una bomba sucia serían los económicos y el pánico de las personas. El objetivo más probable serían las zonas más densamente pobladas donde el impacto sería mayor (fuente: Wikipedia).
El Reino Unido, por su parte ha elegido a través de su sistema de gobierno parlamentario a un primer ministro de padres y familia india. “Como británico de ascendencia india, tuve sentimientos encontrados cuando vi las imágenes del nuevo primer ministro, Rishi Sunak, celebrando Diwali (un festival hindú de luces, que se lleva a cabo en el período de octubre a noviembre. Se asocia particularmente con Lakshmi, la diosa de la prosperidad, y marca el comienzo del año fiscal en la India) en una recepción en Downing Street. ¿Quién podría no sentirse conmovido por el hecho de que el Reino Unido tiene su primer ministro de color? Pero también hay mucho que aborrezco de la política de Sunak.
Debido a que hay más en mí que mi origen étnico, no tengo ningún problema en mantener estos dos pensamientos en mi cabeza a la vez. Hace sesenta años, la discriminación racial era perfectamente legal: por supuesto que importa que los niños de hoy puedan ver que no es necesario ser blanco para liderar este país. Pero al igual que sus predecesores conservadores en el Tesoro, Sunak es un halcón fiscal que toma decisiones de gasto innecesariamente duras que han resultado en dificultades significativas. Al igual que muchos conservadores, no parece dar mucha importancia a la idea de discriminación estructural, a través de la cual demasiados jóvenes se ven impedidos de alcanzar su pleno potencial debido a su origen racial o de clase” (Sonia Sodha, The Guardian).
Y Lula, Siempre Lula. El presidente electo, Luiz InácioLula da Silva, pronunció un discurso en tono de unión y prometió gobernar para todos los brasileños en el primer pronunciamiento tras los resultados de las elecciones de este domingo.
“A partir del 1 de enero de 2023, gobernaré para 215 millones de brasileños y no solo para los que votaron por mí”, dijo.
El presidente electo recordó que Brasil llegó al final de una de las elecciones más importantes de su historia, y que eso no es una victoria para él y el PT. Sino de un inmenso proceso democrático, que se formó por encima de los partidos políticos, para que la democracia saliera victoriosa.
“Este 30, la mayoría del pueblo brasileño decidió que quiere más y no menos respeto y comprensión entre los brasileños, más y no menos igualdad, libertad y fraternidad en nuestro país”, declaró Lula, afirmando que entiende que la democracia no es sólo un palabra o ley, sino algo palpable para establecer la paz entre las familias y los disidentes.
Lula prometió que «la rueda de la economía volverá a girar» con los pobres como parte del Presupuesto, con todos los objetivos posibles para los micro y pequeños empresarios para que puedan ofrecer su potencial creativo.
También dijo que combatirá la violencia contra las mujeres y prometió combatir sin tregua el racismo, los prejuicios y la discriminación, “para que blancos, negros e indígenas tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades” (Periódico Extra Globo).
Así, estamos, cuando casi llegamos a finales de un año que nos demostró que todo es posible, debajo del sol. Y lo más importante: este 2022 nos anuncia que es posible que vengan más cambios políticos, económicos y sociales en un mundo que ya no es más estático, porque la vida no lo es y pareciera ésta que se acelera, al igual que el tiempo, en que un día no es un reflejo de lo que pasó ayer.
La frase hecha, que todos utilizamos dice que la ficción ya no nos sorprende, porque la realidad supera a aquella con hechos que son manifiestos. Pero si esto es así, deberíamos ir al cine cuanto antes para ver la nueva versión de “Avatar” de James Cameron, para que aprendamos de esa dimensión de existencia, que, a lo mejor, está más cerca de nosotros que lo que nos imaginamos. ¿Por qué no?
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)