El Quico hizo famosa la frase aquella, de las cosas o personas que no le simpatizaban…
Y a mí, ya no me simpatiza Twitter. Es que las llamadas “redes sociales” se caracterizaban por tener una línea de independencia en cuanto a las cosas que se podían poner en ellas, aunque había, claro, aquella cortapisa que decía que no se podían utilizar las mismas para promover “aquellas cosas que iban contra la decencia o las buenas costumbres” …
Y como lo dice la marcha militar: Ich hatt’ einen Kamaraden (Yo tenía un camarada, otro igual no encontraré, siempre a mi lado marchaba. Y si a fuego el clarín tocaba, al mismo paso y compás…) Twitter y yo compartíamos noticias, colegas de trabajo y amigos que nos decíamos cómo estábamos en esto de trabajar en medios de comunicaciones.
Pero ahora, con este nuevo dueño de la compañía, este personaje narcisista (y hay más de estos en el mundo todavía), extraño, aun para una de sus hijas, que pidió legalmente la separación de ella del nombre familiar, un día después de que el nuevo propietario y director ejecutivo, Elon Musk, comenzara a reducir la fuerza laboral de Twitter en aproximadamente un 50 por ciento, el cofundador Jack Dorsey se disculpa por la situación que condujo a los despidos masivos y dijo que él tiene la culpa de que la empresa crezca “demasiado rápido”.
“Me doy cuenta de que muchos están enojados conmigo. Soy responsable de por qué todos están en esta situación”, tuiteó Dorsey el sábado.
Los despidos parecen haber afectado a toda la empresa de 7.500 trabajadores, devastando o, en algunos casos, acabando con los equipos responsables de los derechos humanos, la seguridad, la conservación y la ingeniería. En medio del caótico despido masivo del viernes, la plataforma estaba repleta de tuits de nuevos empleados con noticias de despido, algunos de los cuales dijeron que se enteraron de su destino la noche anterior porque sus inicios de sesión de correo electrónico ya no funcionaban”.
En lo personal, tengo una cuenta de Facebook y también de Instagram, que utilizo mayormente para poner noticias familiares y, a veces, notas o citas curiosas de tanta cuestión rara de la que se nutre nuestro mundo.
Pero hasta ahora, los dueños de esas redes sociales no han dicho que desean entrar a editorializar lo que uno pone ahí. Mi problema, entonces, con el Sr. Musk, es que no me simpatiza. Y por eso, acabo de cerrar o cancelar mi cuenta con Twitter.
Claro, mi decisión, no va a llevar a la quiebra a esa empresa. Pero, por una cuestión de conciencia, no puedo depender de los caprichos del caprichoso mayor que se ha adueñado (limpiamente y con su dinero) de esa red que tiene como símbolo la pequeña avecita azul.
Por esos motivos de conciencia, dejé de subscribirme a las noticias de la United Press International cuando la compró un señor religioso de una secta oriental, y siempre monitoreo las revistas y periódicos internacionales que leo y de los cuales soy subscriptor, por aquello que no me interesa formar parte de esos grupos, cuyos intereses son delinear informes y noticias que se ajusten a filosofías personalistas, y, a veces un poco (o mucho) estrafalarias.
Alguien, hace unos dos milenios de esto, le preguntó a otro que tenía delante de sí para ser juzgado, qué era la verdad. Porque parece que esa inquietud está presente en amantes, con sus dudas en cuanto a eso que llamamos fidelidad; en padres que desean creerles a sus hijos; y, pregunta que también está en los labios de los hijos cuando examinan los ejemplos de sus padres.
En el caso de aquél que estaba siendo juzgado, la respuesta no vino en forma de una demostración de oratoria magistral. No, porque no hubo una respuesta para aquel que tenía el poder para decidir sobre la vida o la muerte de una persona. Y quizá no hubo respuesta, porque la verdad es una búsqueda individual y colectiva, que se basa en hechos objetivos.
Las redes sociales no son ni pretenden ser una fuente confiable de todo lo que ahí se expresa. Son solo medios de expresión, en que cada persona debe decidir, qué es la verdad. Y, a veces, no encontraremos tal verdad: solo el silencio.
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)