Hay días en los que uno piensa que todo terminó, como si el mundo conspira en nuestra contra, de esos que llamamos días grises… Uno de los grandes males implícitos en el ser humano es concentrar sus fuerzas y pensamientos en el pasado o en el futuro, en lugar de vivir plenamente el presente, el pasado para culparse por aquello que no fue, el futuro para pensar en aquello que “podría ser”, y se pierde de vista que existe el hoy, el cual muchas veces pisoteamos con nuestras acciones u omisiones.
Siempre habrá un mañana, sin importar que pasó el día anterior, siempre habrá un mañana, bien reza el refrán: “Después de la tormenta siempre sale el sol”, y aunque parece un cliché literario, envuelve una gran verdad, como me dijo alguien un día, nada es para siempre, y en efecto, el hoy es pasajero en el vagón del mañana en el tren de la vida.
Me fascina la frase implícita en el dólar estadounidense, In God we trust, En Dios confiamos. Bueno sería que esta frase más que un estribillo impreso en una moneda o billete, estuviera grabada en nuestra memoria para cada circunstancia, es que confiar en Dios implica esperar, esperar en la luz del día siguiente y como dice su palabra: “…Porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es su fidelidad” (Lamentaciones 3:22-23)
Nunca se me olvidará la frase que me dijo un pastor en un viaje, cuando estando en ese lugar mi mente y preocupación estaba en las cosas que había que resolver en casa y en descansar un poco para tener fuerzas al regreso para resolverlas, me expresó: “Está ocasión es única hermano, hay descansa en casa, pero aquí abra sus ojos para disfrutar y su mente para aprender”. Gran verdad, siempre habrá un mañana, yo preocupado allá por arreglar las cosas acá, y enserio todo se resolvió al regreso, pero cuantas oportunidades y experiencias desperdiciamos por enclaustrarnos en nuestros problemas. Ánimo, hay un mañana, hay muchas cosas más por vivir, hay mucho más por hacer, hay mucho más por alcanzar, no le pongamos freno de mano a nuestros sueños por las ataduras del presente que al final del día serán solo un recuerdo, a veces amargo, a veces agridulce, a veces dulce, pero en fin, solo un recuerdo porque siempre habrá un mañana.
