Vivimos en una sociedad en donde se nos quiere convencer que todo lo que brilla tiene el mismo valor del oro. Y así, a través del tiempo, y aun más, en nuestro reciente tiempo, los países han condicionado sus monedas “nacionales” al patrón oro; me refiero al oro de verdad, ese que no brilla tanto cuando se trata de los lingotes -que deben pesar unos 12 kilos cada uno- y que se guardan en las bóvedas de las casas de moneda de cada país.
Bueno, eso es un decir, porque, se han dado varios casos en que se ha respaldado la moneda nacional con la moneda “dura” como se le llama al patrón dólar americano, que, hasta hace unas décadas, tenía oro y, en barras para respaldar su moneda. Eso, hasta que Nixon, el presidente norteamericano produjo el golpe de gracia a lo que hasta entonces era la política cambiaria con respaldo en oro. En mayo de 1971 la economía estadounidense tenía, por primera vez en lo que iba del siglo XX, un déficit en la balanza comercial. Para corregir tal déficit y la baja del valor del dólar se necesitaría abandonar los Acuerdos de Bretton Woods, convirtiendo de esa forma (y de facto) al dólar estadounidense en una moneda fíat (el dinero por decreto, comúnmente llamado dinero fíat [del latín fiat, ‘hágase’] es una forma de dinero fiduciario cuya cualidad de dinero proviene de su declaración por parte del Estado) como tal, en un momento en que gozaba de una presencia dominante en las finanzas globales. Otro factor importante para este cambio fue que la guerra de Vietnam, tanto en el plano económico como militar, drenaba las reservas estadounidenses
Nixon ordenó el 15 de agosto de 1971 cerrar la ventanilla de cambios de oro por dólares y terminó así con el régimen de libre convertibilidad del dólar y el oro, cambiando la historia financiera profundamente de ahí en adelante. Entonces, se tomaron medidas de emergencia en caso de crisis de balanza de pagos y se impuso una sobretasa arancelaria del 10 % a las importaciones.
Para decirlo en palabras sencillas: hoy día los países que respaldan sus monedas nacionales con reservas de dólares, pueden sufrir altas y bajas en su economía local, porque los Estados Unidos puede, si lo quiere o necesita, hacer que su propio dólar suba o baje de valor, para, por ejemplo, combatir su propia inflación.
Y el resto de los países, como ha sucedido, al darse cuenta de esto, buscan las alternativas, como, por ejemplo, acuñar sus propias monedas virtuales, como el bitcoin… con la volatilidad que ya le hemos conocido. De hecho, el bitcoin, perdió casi un 50 por ciento de su valor en dos meses. Luego de alcanzar nuevos máximos históricos (ATH) por encima de los US$ 68.500 en noviembre del año pasado, el precio del Bitcoin, Ethereum y el resto del mercado no para de sufrir sangrías que golpean hace casi un año a todo el ecosistema. Y, hace ya algunos meses, todo el sector sufrió una nueva caída brutal que encendió las alarmas de los inversores.
En las últimas horas el mercado sufrió un fuerte descenso: el Bitcoin vale US$ 16.746,96.
Como un lego en economía, sin embargo, me atrevo a pronosticar que la mayoría de los países volverán al patrón oro, no solo para respaldar sus monedas, sino como una manera de prevenir los desastres que pueden venir en el volátil mundo en que vivimos, con desastres ecológicos, guerras, pandemias, nuevas tecnologías que se deshacen de la obra de mano tradicional y en donde reinan los robots, etc.
Alguien dijo que la economía no era para aficionados, porque era un tema muy complejo. Es posible que así sea, pero mi barómetro económico se encuentra en el dinero que recibo cada mes y si me alcanza o no, para comprar gasolina, el pan y pagar el alquiler de mi casa. Y si puedo, adquirir no una barra, pero un pedacito de las 400 onzas o de los 12.4 kilos de oro de verdad que me asegure algo en los tiempos de crisis. Por qué no, a lo mejor valdrá mucho más que el dólar o el bitcoin virtual, que, como ese mundo raro mostrado en la serie Matrix, tiende a desaparecer, porque después de todo jugamos con nuestra imaginación con esos sueños, que, dijo el poeta, eran solo eso: sueños.
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)