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jueves, abril 25, 2024

¿Y los jóvenes qué?

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Éxodo 10:8-9 “¿Quiénes son los que han de ir? Y Moisés respondió: Iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos…”

Hoy estamos viendo una generación de jóvenes que están muy lejos, lamentablemente, de lo que es vivir el Evangelio de Jesucristo.

Si, van a la Iglesia. Participan de los cultos. Les encantan los retiros en el campo y los juegos con que los entretienen sus líderes. Son muy asiduos a los “cultos de jóvenes” de sus congregaciones. Incluso, cuando hacen sus actividades, en algunas Iglesias son ellos quienes los dirigen y toman el mando de los mismos. Los jóvenes tienen un lugar muy especial dentro del culto en general.

Cualquiera, al ver tal cantidad de jóvenes en una congregación se queda asombrado al verlos danzar con su música, participando de sus juegos de adivinanzas y hasta ganar premios en la famosa esgrima bíblica. Si, muchos de ellos conocen desde niños la Biblia y son capaces de recitar versos de memoria que sorprenden al más teólogo de los teólogos. Así son los jóvenes evangélicos.

Tristemente -y no quiero ser pesimista ni aguafiestas-, la mayoría de ellos no son cristianos. Son solo eso, evangélicos. Porque han nacido en las salas cunas de las congregaciones. Han crecido escuchando predicar la Biblia, los cantos, y esmerándose en formar parte de algún grupo de alabanza que es su meta suprema.

Los padres y pastores y líderes, por supuesto, se ponen contentos cuando ven que muchos de ellos estudian sus instrumentos desde pequeños anhelando un día llegar a formar parte de “la banda” cuando ven a los mayores con ese hermoso privilegio.  Pero la verdad es que es solo eso: un deseo de formar parte de la dichosa “banda” de su iglesia.

Por lo demás -y tenemos que ser duramente sinceros-, ellos no conocen personalmente al Señor. Muy pocos logran desprenderse de ese síndrome de llegar a tocar un día en un escenario. La inmensa mayoría no sabe nada del Dios personal, de su Salvador y Redentor. Una buena parte de jóvenes, usted los puede observar, solo imitan lo que ven en otros conciertos o retiros. Son emocionales. Imitadores de otros grupos y con eso basta para que crean que son hijos de Dios. 

¿Por qué es esto así? Bueno, sin afán de crítica, vea sus formas de vestir. De cortarse el cabello. De la forma en que se relacionan entre ellos. Escuche sus bromas, vea sus lenguajes corporales, sus pantalones rotos de las piernas tanto jóvenes como jovencitas. Observe a las adolescentes y jovencitas,  como visten sus licras pegadas a sus cuerpos, sus escotes provocativos y por supuesto, sus infaltables audífonos dentro del Templo.

¿Por qué es esto así? Esto no es nuevo mis queridos lectores. Esto no es nuevo. Egipto siempre ha querido quedarse con los jóvenes. Primero Faraón trató de matar a todos los varones que nacieran en su tierra. Moisés es un sobreviviente de aquel famoso suceso. Luego, en la víspera de la Pascua hebrea, cuando el Señor ha tratado duramente contra Faraón por no dejar ir al pueblo de Dios a adorarlo y servirlo en el desierto, ya cansado de tanta plaga, pone una condición: Que vayan todos los hombres, pero que dejen a los niños y los jóvenes.

“No, señores Moisés y Aarón. Vayas todos ustedes, los adultos, no hay problema, pero a los niños y los jóvenes me los dejan. Ustedes pueden ir a servir a su Dios, pero a la juventud me los quedo. Me serán útiles para mis planes de mixtura. Porque los necesito para casarlos con las mujeres de mi pueblo. Los necesito conmigo porque ellos serán mis siervos como lo fueron ustedes cuando tuvieron su edad. Los jóvenes se quedan en Egipto porque los necesito para borrarles su identidad hebrea y convertirlos en mi pueblo. Porque mi victoria será hacer de ellos unos clones de los egipcios aunque su nacionalidad sea hebrea. Haré que se parezcan tanto a los egipcios que dentro de unos años no habrá distinción entre hebreos y egipcios. Yo les ofreceré lo que su Dios no les quiere ni puede darles: El placer de vivir en verdadera libertad emocional.  “Vv 11: No será así; id ahora solo los hombres, y servid al SEÑOR…”

¿Acaso no es eso lo que estamos viendo hoy en día, a miles de años de aquella declaración? ¿Nuestros jóvenes, tanto hombres como mujeres adolescentes no parecen más egipcios que cristianos? No queramos tapar el sol con un dedo pastores. La juventud actual tiene un dilema y nadie parece ayudarles a afincar su verdadera identidad en Cristo. La Iglesia ha permitido que la juventud sea permeada con las cosas del mundo con tal que asistan a sus cultos juveniles, vayan a sus retiros que no son muy espirituales y que se hagan creer que eso es todo el Evangelio de Cristo. No. Tanto los pastores como sus líderes y los jóvenes se están engañando voluntariamente. Faraón logró lo que quería: Quedarse con los jóvenes.

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