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domingo, noviembre 24, 2024

Transformación

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Génesis 28:20 “Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy, y me da alimento y…”

Una buena mayoría de nosotros, cristianos o evangélicos no entendemos cuando Dios permite que ciertas personas que se mueven a nuestro alrededor nos hacen sentir incómodos, enojados y hasta nos ponemos desagradables por sus conductas con que nos tratan.

Un jefe gritón, por ejemplo, que nos habla con palabras desagradables, que nos obliga a trabajar hasta tarde sin pagar un centavo más, que nos expone al peligro porque parece que nada le importa con respecto a nuestra salud o seguridad, eso nos hace sentir mal; lo despreciamos, lo injuriamos o hasta llegamos a faltarles el respeto.

No hemos entendido que desde el momento en que nos convertimos en hijos del Dios Altísimo ya no pertenecemos a este sistema de valores. Nuestra ciudadanía ya no es solo terrenal, también es celestial. Y eso precisamente, es lo que hace la diferencia entre los incrédulos y nosotros los que queremos alcanzar otro nivel de vida en Cristo. Pero para eso, necesitamos ser limados, tratados con fuego a veces y otras con leones, como Daniel en el foso. No hay otra manera de ser transformados en otra persona. No es con guante de seda. Es el hierro con el hierro. Así de claro mis amigos.

¿Ya se dieron  cuenta de un detalle en la vida de Jacob, que cuando sale huyendo de su casa peleado con su hermano, y llega a Betel, sucede alto interesante? Se los contaré:

El Señor se le aparece en una escalera y le promete a Jacob que lo guardará y prosperará en su camino -He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido-, le dice el Señor. 

Jacob, escuchando esas hermosas promesas que Dios le hace, sabiendo que no lleva nada más que un bordón y no tiene ni almohada donde recostar su cabeza, por la emoción del momento hace un voto. 

Génesis 28:20  «Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy…» En ese voto vemos a un Jacob negociante, egoísta e interesado en sus propios bienes. Incluso dice que si Dios cumple todo, le dará el diezmo de todo (cosa que se le olvida durante todo ese tiempo).

Pasan  veinte años aproximadamente y Jacob prospera, es bendecido con esposas e hijos y cuando llega el momento de regresar, lo vemos totalmente diferente: Génesis 32:10 «…indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo; pues con solo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos…»  

¿Qué sucedió en la vida de este hombre para que veinte años después hablara diferente? Labán fue el instrumento que Dios usó para quitarle todo aquel egoísmo, orgullo y prepotencia que tenía cuando cruzó Betel. Ahora es un hombre humilde y generoso, que reconoce que no fueron sus fuerzas ni su poder ni sus títulos lo que causó su prosperidad sino el Señor que había sido Fiel a sus promesas. 

¿Que nos enseña este pasaje? ¡Somos tratados por las personas que nos causan dolor, sinsabores, problemas y nos «tocan» el orgullo!  Todo para aprender a darle a Dios y solo a Dios la Gloria de todo.

Jacob, después de todo lo que le sufrió a su tío Labán, todos sus engaños, trucos para no para pagarle su salario, sus largas noches de soledad bajo el rocío del cielo, cuidando rebaños ajenos y soportando frío y hambre, tuvo que tener momentos de introspección hacia Dios. Tuvo que tener momentos de catarsis interna y darse cuenta que su egoísmo y ambición personales le habían llevado a ese estado de casi esclavitud, pero que eran necesarias para cambiar su carácter, para transformarlo en una persona que perdiera interés por las cosas materiales, que apreciara más y mejor la Fidelidad de Aquel Dios que le había prometido estar con él en todo momento.

Ahora, a punto de encontrarse con su hermano, le envía una generosa ofrenda. Ya no le interesa acumular riquezas. Ahora quiere la paz que solo el estar en paz con Dios se alcanza. Ahora es un hombre humilde que reconoce que no fue él con sus artimañas, ni varas, ni amenazas como se cumplen lo sueños. Es con el Poder del Dios de Betel. Ahora la Gloria y Honra es solo para su Dios que nunca lo dejó -como dijo-, sino hasta que cumpliera en él todo su propósito: Transformarlo en otro hombre. Ahora solo falta cambiarle el nombre. De eso hablaremos en otro escrito. Nos vemos entonces. 

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